HIT: la educación como cura
Heme aquí hablando, de nuevo, de otro estreno español de la pequeña pantalla en este aciago año. Parecía que no, pero en cuanto a lanzamientos, 2020 ha tenido bastantes, y he visto muchos de ellos. Algunos, como el remake de Utopia, han fracasado estrepitosamente, entre otras cosas, por su horripilante timing al debutar en el año de la pandemia global, además de por ser notablemente inferior a la obra británica original. Sin embargo, otros, como HIT, parece que hayan llegado en el momento adecuado, dada la coyuntura educativa que estamos viviendo en las últimas semanas en España. Y precisamente de eso va, de la educación como arma y cura contra un futuro que, seamos sinceros, no pinta demasiado bien.
La sigla que da título a la recién finalizada ficción de RTVE no es, ni un verbo en inglés, ni un reciente éxito musical ni nada que se le parezca. Es como se hace llamar el protagonista de la serie, Hugo Ibarra Toledo, pedagogo y maestro que dejó de lado la enseñanza por un desagradable acontecimiento de su pasado, que además le propició que cayera en el alcoholismo, ambos hechos fundamentales para su desarrollo durante esta primera temporada, y fuente de más de un conflicto que vemos con el paso de los episodios. La serie arranca cuando acude solicitando su ayuda una compañera del pasado, Ester, que es directora del instituto Anne Frank, que está atravesando por una situación complicada, culminando con la quema de varios de los coches del profesorado por parte de algún alumno, todavía sin identificar.
HIT se lo toma como un reto, y junto a Ester y el resto de profesores, que le proporcionan la información de los chavales más conflictivos del instituto, los separan y él monta un grupo especial para combatir la enfermedad que está asolando al centro educativo, porque así los trata, como infectados que está propagando su mal al resto de compañeros.
Con esta premisa bastante directa, creo que me ganaron desde el minuto uno, porque lo que estamos acostumbrados en otras obras de ficción es a ver que el profesor/a que llega nuevo a un colegio/instituto/universidad se va ganando a sus alumnos a base de charlas profundas, discursos que les llegan a todos, y apelando a su (y a nuestra) fibra sensible. Aquí no. Aquí HIT va a la yugular y les suelta, a ellos y a sus familias, que están enfermos, y que si no hacen algo pronto, la cosa puede acabar muy mal para todos. Y esa tónica se extiende durante toda su entrega debut, nada de adornar la realidad con el poder del amor; si nos tiene que destapar las vergüenzas de todos los personajes, lo hace sin tapujos ni reparos. Sin filtros.
Este enfoque diferente es una de las claves de la serie, y otro de sus puntos fuertes. En cada episodio nos centramos en uno de los chavales, en sus problemas particulares y en cómo les repercute luego en su rendimiento escolar, y en sus relaciones personales. Una de las grandes virtudes de HIT es que somos testigos de una evolución palpable en todos ellos; no son las mismas personas cuando arranca la serie que cuando concluye su primera temporada, y el cambio sucede de una forma muy natural y orgánica, algo que no todas las series son capaces de hacer bien, por lo que hay que aplaudir el trabajo de los creadores de la ficción a la hora de desarrollar las tramas de la entrega. Además, me quito el sombrero ante los que reunieron al reparto juvenil de la serie. Era fundamental para armar un buen producto que, el principal foco de HIT, que no es otro que estos chicxs, funcionara bien y provocara que el espectador empatizara con ellos, y lo consigue, porque al final les acabas queriendo a todxs.
Bueno, quizá a una no. Daniel Grao, protagonista de la serie, es uno de los baluartes de la producción de RTVE junto al Grupo Ganga, y el que nos deja alguno de los momentos más destacados de la serie. Pero es que Carmen Arrufat, que interpreta a Lena, es la otra gran culpable de que HIT sea un producto tan bueno. La joven intérprete (paisana mía, por cierto), ya estuvo nominada en la última edición de los Goya a mejor actriz revelación por su papel en La inocencia, y si hubiesen unos premios Emmy o Globos de Oro como los hay en Estados Unidos, no tengo ninguna duda que también tendría su nominación por su rol en HIT, e incluso optaría a llevarse la estatuilla en cuestión. Es la mejor del grupo de adolescentes, y su alter ego en la pequeña pantalla, Lena, cumple a la perfección su papel de nadar a contra corriente de lo que quiere proponer Hugo y la ayuda que desea prestarles a todos ellos. Cuando ves que todos están progresando y dando ese salto necesario para evolucionar hacia algo mejor, puedes notar el estancamiento (voluntario, por otra parte) de ella, y ese contrapunto es una de las mejores cosas que tiene la recta final de la serie, todo ello sin que la serie la deshumanice por completo, convirtiéndola en un arquetipo de villana al uso; tiene sus razones, aunque cueste en ocasiones ponerse en su lugar.
Hace un par de días, os comentaba que uno de los grandes puntos positivos de Nasdrovia era su formato, el de pocos episodios de corta duración, algo distinto a lo que estamos acostumbrados en España en el apartado cómico televisivo. HIT sigue las pautas de la televisión pública, oscila alrededor de la hora de duración semanal, pero una de las virtudes de esta serie es que logre que sesenta minutos parezcan veinte; yo lo he sentido en alguna ocasión mientras veía la ficción, y es de agradecer que, ya que no parecen dispuestos desde RTVE a reducir el metraje de sus productos en horario de prime time, al menos desde el equipo creativo de la serie hayan dotado de un buen ritmo a esta serie y propicie que su relato sea ameno y enganche al espectador.
Por mi parte, sería muy sencillo tirar de comparaciones y usar Merlí para hablar de HIT. No lo voy a hacer, porque son dos conceptos diferentes de abordar la misma cuestión: qué futuro les espera a nuestros jóvenes y qué podemos hacer para mejorarlo. Cada una lo hace con su propio estilo, ambas son recomendables, y emplean sus armas para hacernos llegar su mensaje de forma efectiva. Con tanto debate sobre la educación en nuestro país, creo que a muchos les vendría bien pegar un vistazo a esta serie para empezar a entender que, sí, las materias dadas son importantes, pero también hay que pensar en cómo transmitimos todos esos conceptos a los alumnos, y si realmente estamos preparando a gente de provecho para el porvenir de España (y del mundo), o simplemente se están creando piezas para conformar la maquinaria estática e inamovible como es El Sistema.
Y para los que no quieran entrar en cuestiones ético-filosóficas, simplemente quedaros con esta idea: HIT es uno de los descubrimientos seriéfilos de esta recta final de año, otro muy buen producto “made in Spain” (y van ya unos cuantos), y una serie para todos los públicos, que deja su poso y provoca al espectador para que se plantee ciertas cuestiones, algo que siempre es de agradecer cuando estás consumiendo ficción.