The Handmaid’s Tale (3ª Temporada): Y por fin avanzó la serie
El año pasado fui duro con ella, tenía mis motivos, al acabar la temporada saqué el látigo y no fui generoso con la segunda temporada de The Handmaid’s Tale. Tras la decepción que supuso era obvio que mis ganas de ver la tercera se redujeron bastante, de hecho posiblemente de no ser por que la tenía a mano en la HBO no habría seguido con ella, pues pese a reconocer su calidad, me dejó un sabor de boca bastante amargo. Al final seguí con la ficción de Hulu y sinceramente, este año sí que me ha convencido.
Me gusta ser justo con las series y si le doy caña a una para que a la temporada siguiente lo arreglen, yo me alegro y lo reconozco: The Handmaid’s Tale ha tenido una muy buena temporada; afirmación que puede sonar atrevida ya que ha polarizado demasiado a la opinión por lo que leo en redes, pero que al menos para mí es acertada pues en esta ocasión los guionistas se han resarcido ofreciendo lo que debió haber sido la segunda temporada y no fue.
Recapitulemos cual fue mi queja principal el año pasado: su falta de evolución como serie. En primaria te enseñan que una historia se divide en tres partes: introducción, nudo y desenlace; si entendemos que la introducción en televisión (y más en una serie que quiere dar a entender que será de largo recorrido al convertirse casi desde el origen en el baluarte de su propia plataforma) es su primera temporada, la segunda debería haber expandido más su universo pues ya conocemos Gilead y los personajes más relevantes dentro de la historia hasta el momento y lo normal, sería haber empezado a introducir al espectador a lo que es el nudo de la historia. En teoría esto es lo que bajo mi punto de vista tendría que haber ocurrido hace un año ¿Pero que hicieron? Mostrarnos las mismas facetas que ya conocíamos de Gilead pero centrándose más en la visión de Serena, lo cual habría estado muy bien de no ser que no aportaba nada nuevo a la serie; lo mismo pero con más minutos de Serena en pantalla. La trama sí que aparentaba tener algún progreso, pero la base de lo que querían contar no se alejaba en nada de su predecesora.
¿Por qué en un artículo de la tercera temporada llevo una cantidad obscena de líneas hablando de la segunda repitiendo lo que ya comenté en su día? Pues porque me parece oportuno recordarlo para entender mi cambio de opinión respecto a la serie y cuales son mis motivos para defender, este año sí, a The Handmaid’s Tale: todo lo que tuvo que hacer entonces lo ha hecho ahora. De forma brillante ha ido utilizando cada fragmento de la temporada para profundizar más en el conflicto de la serie, porque gran parte de lo que enseñan sabíamos que estaba ahí, pero nunca se habían molestado en tratarlo correctamente y ponerlo de cara ante el espectador.
Usando a June como vehículo en esta ocasión The Handmaid’s Tale nos enseña las luchas de poder dentro del propio gobierno de Gilead y cómo es en los círculos más altos, cómo son las relaciones internacionales entre Gilead y el resto de naciones, incluida Canadá, país que es una pieza importante en la historia al servir casi de base de lo que queda de Estados Unidos y ser el principal destino de los refugiados. Si esto ya de por si fuera poco, para cerrar en su arco final nos enseñan cómo ha afectado a June el estar ahí atrapada. Esta serie necesitaba como el comer el ampliar su historia y mostrarnos algo nuevo, y no lo digo sólo en lo geográfico (que también ayuda, todos recordamos la granja de la segunda temporada de The Walking Dead cuando pensamos en cómo no debe ser una segunda temporada), sino en la propia escala de su argumento ya que no puedes tirar la piedra de que Gilead prácticamente ha acabado con una superpotencia y esconder la mano para enseñarnos sólo migajas de ello.
No voy a negar que en más de un momento la serie puede llegar a ser desesperadamente lenta o que cansa ver cómo June semana a semana sale airosa por conveniencias del guión de situaciones en las que cualquier otro personaje habría sido ejecutado viendo como se las gastan en Gilead. Esas cosas están ahí y el seguir teniendo unas interpretaciones, fotografía y un tratamiento de la música de 10 no las tapa, ya que esos detalles son los que hacen que la ficción esté un escalón por debajo del que debería estar; sin embargo no puedo ponerme una venda y negar que al menos en esta ocasión han tenido las agallas de ampliar su mundo y decirle al espectador “Sí, esto un conflicto que va más allá de una familia y un pueblo; aquí hay bandos, sitios que están peor que lo que habías visto y política de por medio a lo largo del mundo”.