Review The Walking Dead: Do Not Send Us Astray

Review The Walking Dead: Do Not Send Us Astray

 

Un episodio muy completo y, en mi opinión, de lo mejor de la temporada. Tenemos acción a raudales, especialmente en la escena de la batalla pero también en la lucha contra los walkers. Tenemos terror en los momentos posteriores a la revelación de la clínica y también momentos de corte intimista a través de diversas conversaciones. Incluso la desaparición de un niño y un personaje enfrentándose a sus fantasmas internos en forma de alucinaciones.

La parte más positiva es que este es el episodio de acción que estábamos esperando, por fin tenemos la confrontación que los guionistas llevan prometiéndonos año y medio. La parte menos positiva es que la emboscada resulta demasiado sencilla para el equipo de Maggie, los salvadores no deberían ser tan ingenuos como para caer en la trampa y terminar la incursión con un número tan alto de bajas. Especialmente esperaba más de Simon. Pero no importa, el balance es positivo y los salvadores consiguen su propósito pese a que encuentren una resistencia mayor a la planeada.

Si la escena de acción inicial ha sido buena, la parte en la que los heridos se convierten y los walkers van manifestándose es mucho mejor. La forma en la que muestran el reloj mientras Toby y sus convertidos van haciendo mella es fascinante. Cada vez en mayor cantidad los heridos van despertándose como zombies y propagan la infección a su alrededor mientras todos duermen en la calma tensa de la noche tras la batalla. Lástima que todo suceda en la oscuridad. La serie potencia tanto las sombras que los espectadores apenas percibimos los detalles y sólo vemos vemos las ideas generales de la escena. Parece que la idea de propagar la infección dentro de los muros enemigos ha sido una idea excelente. Aunque no es del todo creíble que Rick acierte enseguida tan sólo recordando el bate de Negan.

Los personajes son increíblemente cambiantes en cuanto a sus posiciones y criterios, lo cual puede verse como una incoherencia o como algo realista. Creo que, al fin y al cabo, las personas cambiamos de opinión de forma incoherente y quizás en una situación tan límite como la que viven los personajes de la serie no seríamos firmes en nuestras creencias. Digo esto porque me sorprende que Tara muestre compasión hacía Dwight, cuando hace dos episodios sólo quería matarlo y era incapaz de verlo como elemento útil hacia la victoria. Pero me gusta muchísimo que recuerde su etapa el servicio del gobernador y como fue confuso para ella discernir quiénes eran los buenos y quienes eran los malos. Por fin ha relacionado lo que está viviendo Dwight (y algunos salvadores) con lo que vivió ella misma. La conversación con Daryl, en la que aluden a Merle y pronuncian la idea de que los malos siempre caminan hacia el mal mientras que las personas de buen corazón, aunque caigan en el lado malo, en algún momento recapacitan y cambian de bando. Esto se confirma cuando el niño Henry abre la cárcel de los prisioneros y algunos de ellos deciden quedarse ayudando a sus captores, porque simplemente asumen que es el mejor de los bandos.

La aventura romántica de Carol y Toby nunca ha terminado de calar en el espectador, pero aún así, la conversación que mantienen en este episodio mientras él está convaleciente de sus heridas, es de lo más interesante. Sin embargo que Carol sea quien termina deja inerte a Toby convertido es algo muy descafeinado, porque, repito, su relación nunca terminó de calar en el público. Siddiq intenta un acercamiento a Rick que también podría haber funcionado, es más, en cierto modo funciona porque nos lleva a pensar que entre estos dos personajes se creará un vínculo que servirá como recordatorio de Carl para siempre. Siddiq acaba de llegar, pero esta consiguiendo hacerse un hueco.

Creo que estamos ante uno de los epsiodios más completos de la temporada, pues ha combinado escenas de acción entre combatientes humanos con escenas de acción frente a los walkers y algunos momentos más serios y emocionales donde los personajes nos recuerdan que se enfrentan a la amenaza exterior con tanto ahínco como lo hacen a la que surge de sus corazones.