Kingdom: la lucha está en la mente
Esta semana concluyó una serie que muchos de vosotros ni tan siquiera sabíais que existía. En este blog hemos hablado alguna vez de ella, sobre todo mi compañera María Lage y yo, pero más allá de estas fronteras, lo cierto es que la repercusión de Kingdom se ha quedado en Estados Unidos y poco más. Además, aquí en España no ha encontrado distribuidor ni cadena que la emita, durante estos cuarenta capítulos que ha tenido, y no es la primera (quizá uno de los casos más sangrantes sea Parks and Recreation). No obstante, siempre hay formas y siempre las habrá, y me alegro de haber buscado en su día sobre esta serie, porque me ha parecido una de las más estables y que mejor ha sabido mantener el nivel hasta su final.
A comienzos de año, escribí un artículo sobre aquellas series de las que me despediría en este 2017. Hablé de 16, y si en ese momento hubiera tenido 17, habría quedado un nombre más redondo para ese post, y casualmente, un tiempo después de la publicación del mismo, se anunciaba que Kingdom terminaría su camino este verano. En ese momento me entristecí, porque era otra más que me dejaría este año, y lo cierto es que las marchas de este 2017 están siendo muy considerables, pero supe que sabrían hacerlo bien, porque la trayectoria de la misma había sido muy buena y dudaba que fuera a variar el año que decidían cerrarla.
Curiosamente, la premisa de la serie parte de una familia de luchadores de MMA (Mixed Martial Arts), y en su temporada final han optado por dejar de lado las peleas, y centrarse en otros aspectos, por lo que si alguien esperaba pelea prácticamente en todos los episodios se equivocaba. Han tirado por el camino más dramático para cerrar la historia, y creo que han acertado de pleno. Porque si algo tenemos claro los seguidores de Kingdom es que todos y cada uno de los personajes de la serie están perjudicados seriamente, de una forma u otra, por los diferentes traumas del pasado (y del presente), y cada episodio que pasaba, la carga era mucho más pesada para todos ellos.
Los Kulina no han tenido una temporada tranquila, algo habitual, pero esta entrega han decidido acentuar sus diferentes problemas para generar una atmósfera propicia para el desenlace de la serie, que no tiene que envidiar nada a ningún drama más ambicioso, importante o conocido. Alvey prácticamente adicto a medicamentos y psicológicamente machacado, Nate tratando de decidir si debe o no contar al mundo quién es en realidad, y Jay tratando de lidiar con su vida familiar y dejando de lado el mundo de la lucha. Así arranca la temporada, y cada uno de ellos termina en una situación peor, aunque hay esperanza para alguno. Ryan tampoco se libra en esta tercera temporada, ayudado en buena parte por el fichaje de Kirk Acevedo, que en lugar de tranquilizar el ambiente comienza a remover poco a poco la mierda y contribuye a desatar más de una crisis en Navy Street.
La evolución de todos los personajes ha sido cuidada y bien elaborada desde el comienzo de la serie, y probablemente destacaría la figura de Lisa, más allá de los Kulina, que si bien la experimentan, ella creo que es la que más brilla y más alto termina de todos ellos. Y lo cierto es que no fue nada fácil el camino, ni para la actriz (Kiele Sánchez) ni para su personaje. En la vida real, perdió un bebé, y en la serie vimos que estaba embarazada en la segunda temporada, y verla volver a la ficción y tener que llevar a cabo una trama prácticamente idéntica a la sufrida en su vida normal dice mucho de ella, y su actuación fue desgarradora. Tal vez por eso los responsables de la serie decidieran optar por un final más bueno para ella, en contraposición al del resto.
Si tuviera que quedarme con un episodio de la temporada, al margen de la Series Finale, que puede que sea el mejor de toda la serie, es con el 3×09 y todo lo que supone, y que motiva de lleno el desenlace. Y lo que más me llama la atención es que tanto en ese como en el anterior, los protagonistas estaban viviendo la situación más normal y corriente que habían vivido en el transcurso de la serie, con momentos propios de una familia normal y estructurada. Y de repente, todo se desvanece. Brillante e impactante resolución, que mantiene el nivel en el último episodio de la serie, cuya guinda es la esperada pelea de Alvey que nos promocionan a lo largo de los capítulos anteriores.
Por supuesto, no quiero dejar de destacar los momentos de pelea a lo largo de la serie, que son muy intensos y están muy bien trabajados y dirigidos, transmitiendo las sensaciones de los luchadores dentro de la jaula, y me alegro de que así sea, porque en Kingdom ése es su medio de vida, y si las peleas fueran cutres o mal elaboradas, perjudicaría al balance global de la serie. Por ejemplo, Iron Fist es una serie que las escenas de lucha deberían estar tan o más trabajadas que en Into the Badlands (que es uno de los aspectos más importantes y brillantes de la ficción de AMC), y la de Netflix no lo trata tan bien como por ejemplo Kingdom sus luchas. Repito, es un drama que ha pasado desapercibido para muchos mientras otras producciones han acaparado los titulares, pero los pequeños detalles marcan la diferencia, y ver cómo cuidan ese aspecto hace que la tenga en muy buena consideración, y el cierre de la serie ha hecho que la nota final sea bastante alta.
Espero que en los próximos años, alguna cadena española adquiera los derechos de emisión de Kingdom y llegue a más espectadores de nuestro país, porque además de las geniales peleas que nos deja la ficción, el drama humano que nos muestra es de lo mejor que se ha hecho en los últimos tiempos, y probablemente uno de los más desapercibidos y menospreciados. Las apariencias engañan, y los inquilinos de Navy Street te dejan huella una vez que los conoces, y os invito a darle una oportunidad a la serie, porque os acabará por sorprender y probablemente os acabe convenciendo más de lo que esperabais en un principio.