El triunfo de Heartstopper
En los últimos tiempos, a la hora de decidir qué veo y qué series ficho, no suelo hacer como unos años atrás, que, básicamente, consumía casi todo lo que me llamaba la atención mínimamente. Ahora también me suelo guiar por esa sensación, pero como hay tanta oferta, y no dispongo de tanto tiempo, suelo filtrar más de lo que solía. Y por el camino se quedan series que, en perspectiva, me hubiera gustado ver antes, como el caso que nos atañe hoy con Heartstopper (otras que no, como Dahmer, que si no la hubiera comenzado, pues casi que mejor, pero ése es otro tema). Sin duda, ha sido la mejor decisión seriéfila desde que arrancó diciembre, y puedo aplicar el dicho de “más vale tarde que nunca”.
Otro de los factores que motivaron mi decisión inicial de no ver Heartstopper fueron las estadísticas. Con la página que tiene Netflix desde hace un año aproximadamente, podemos ver esos datos de audiencia que ofrece semanalmente (cada martes por la noche, tomando como referencia España), y los de esta serie no eran muy halagüeños que digamos. Eso, unido a las predicciones de muchos supuestos entendidos de la materia, que le auguraban un funesto futuro, sumaron más en la columna de los contras. Lo más gracioso fue cuando, para sorpresa de muchos, Netflix la renovó, no por una, sino por dos temporadas más. Moraleja: empezad la serie que queráis, y pasad de los gurús de los datos y pronósticos; si luego la cancelan pero os ha gustado, pues os habrá valido la pena, y si la renuevan, pues mejor todavía (ahora es cuando me tengo que aplicar yo mismo el cuento, pero ésa es otra cuestión).
Heartstopper nos cuenta la historia de amor entre Nick y Charlie, pero también nos habla de la amistad, de los complejos, del acoso escolar, del descubrimiento de la identidad sexual; de la vida en general. Temas universales, que hemos visto muchas otras veces, sobre todo algunos de los citados más que otros, pero el cóctel que es esta serie está por encima de la mayoría de ficciones de corte adolescente que podemos encontrar actualmente en televisión. Quizá la otra que yo destacaría más es Sex Education, también de Netflix, pero aunque podamos englobarla en un estilo similar, se mueve en otros derroteros, siendo también absolutamente recomendable también y otra de las grandes producciones de la plataforma.
La ficción creada por Alice Oseman y dirigida por Euros Lyn, basada en la novela gráfica homónima, que empezó siendo un web cómic, es un happy place capaz de conseguir que hasta el día más negro se vea con una perspectiva más amable y buena. En apenas media hora, con su historia, consigue que quieras tanto a sus personajes como si fueran miembros de tu propia familia, o incluso más todavía, que hay algunas familias que tela marinera. No todas las ficciones tienen la capacidad de que los espectadores empaticen tanto con sus protagonistas como lo logra Heartstopper, y eso es digno de alabar.
En este mundo audiovisual en el que vivimos, en el que tanto se habla de inclusión forzada y demás patrañas que distan mucho de ser argumentos válidos para reforzar opiniones, es importantísimo tener ejemplos positivos como este, que sirven para representar (éste es el término correcto, y no el de inclusión) adecuadamente la realidad de la sociedad en la que vivimos: que hay diversidad de géneros, de identidades sexuales, de razas, de culturas, de costumbres y de credos, y que hay cabida para contar historias diferentes a las normativas. Es fundamental que haya series buenas y que transmitan un mensaje tan sano como el que tiene Heartstopper. Me alegro de la decisión de Netflix de continuar la serie por más temporadas, porque, por lo que he podido leer en redes principalmente, tradicionalmente no ha tratado bien series con representación LGTBIQ+ (sirva de ejemplo la reciente cancelación de Warrior Nun), y darle la confianza de dos entregas más me parece un gran acierto.
Para redondearlo todo, es que me fascina lo fantásticamente bien escritos, construidos e interpretados que están los dos protagonistas, Nick y Charlie, y el resto de personajes que copan más minutos en pantalla en esta serie, desde, la pandilla de amigos de Charlie, pasando por su profesor de dibujo, hasta la madre de Nick, con una maravillosa Olivia Colman, que da igual en qué registro la veas, siempre cumple. Nick y Charlie son dos seres de luz, que deben ser protegidos a toda costa, y que los considero de mi familia tras ver la primera entrega, y solo quiero que les pasen cosas buenas. Me han hecho reír, me han hecho llorar, alegrarme con sus días felices, y entristecerme con sus momentos más bajos. Y me cuesta pensar en personajes de otras series con los que me pase esto, y he visto muchas.
Ahora que parece estar de moda el meter filtros oscuros a todo lo que se ve por pantalla, y que todas las ficciones tienen que tender hacia el drama más dramático, y una exploración de los rincones más oscuros y depravados del ser humano (ejem, Dahmer, ejem), es refrescante encontrarse con una serie que es buena por naturaleza, que es bonita, que solo tiene intención de transmitir felicidad y buen rollo, que tiene un alto valor por su contenido didáctico, y que ejerce una función de representación excelente, sobre un colectivo que ha sido histórica e injustamente vilipendiado y maltratado, simplemente por existir. El triunfo de Heartstopper es algo de lo que nos debemos alegrar todos, y que vaya a continuar en la plataforma es motivo de alegría para aquellos que hemos visto su primera entrega. Estoy deseando ver nuevos episodios, y os animo a todos a que le deis una oportunidad a esta serie, porque estoy convencido que saldréis más contentos de lo que estabais antes de empezarla.
PD: poned en Google la palabra heartstopper, y dadle a buscar.