Review House of The Dragon: Second of His Name
En general bajamos un poco el ritmo durante un episodio centrado en una cacería de celebración que podría haberse resuelto en una escena, pero en los últimos minutos asistimos a unos momentos de acción y revelaciones que suben el nivel del episodio.
Es estupendo que nos hayan mostrado una escena de acción de tal envergadura en el tercer episodio. Tardaron dos temporadas en enseñarnos una buena batalla en Game of Thrones, en el spin off se han lanzado en el tercer episodio y creo que es un síntoma de lo que significa esta serie para HBO. La plataforma tiene unas expectativas muy altas respecto a este producto y una batalla como la que hemos visto es una muestra de la confianza -y la presión- que pesa sobre House Of The Dragon.
No es la contienda más épica de la historia, tampoco es especialmente relevante para el destino de Westeros, no es demasiado significativa desde ningún punto de vista y pese a ello ha sido una pasada. Muy bien dirigida, con mucha tensión y con un tipo temerario haciendo que los espectadores salten del sillón y quieran aplaudir la valentía del príncipe Daemon.
La derrota de Crabfeeder no es muy relevante porque nos lo han contado como un capricho de dos renegados (Lord Corlys y Daemon Targaryen) y ha pasado desapercibida para gran parte del reino, hasta el punto de que durante tres años la Corona ni siquiera se ha involucrado.
Con el destino de Crabfeeder estoy muy satisfecha. Me gusta cuando nos hacen pensar que la trama derivará en una cosa decepcionante y nos sorprenden diciéndonos que no nos van a decepcionar… Me explico: cuando la semana pasada vi a este tipo enmascarado con tanta psoriagris y tanta maldad, pensé que lo usarían como una suerte de caminante blanco de marca blanca y que serviría como amenaza en la sombra mientras transcurre las políticas del reino. Pensé que iban a imitar lo que pasó en Game of Thrones, cuando todos entendíamos que había una amenaza terrible en el norte, mientras la gente se preocupaba de política matrimonial. Me ha encantado que no imiten en esto a la serie madre. Crabfeeder no era más que un pirata psicópata, es indiferente que tuviera o no el apoyo de Las Ciudades Libres, este pirata no está la altura del mal incontestable que se cernía sobre los Siete Reinos desde el norte.
Que Daemon haya matado a este tipo fuera de cámara me parece muy acertado. Es una serie donde las escenas de violencia se regalan por doquier y es muy elegante que en esta ocasión veamos algo mucho más sutil: Daemon sale de la cueva con su pelo rojo en lugar de blanco, cubierto de sangre su rostro y ropajes, arrastrando el torso desmembrado del enemigo. No hacía falta que le viéramos pegar el espadazo, la imagen de verlo salir de la cueva enfrentando la oscuridad de dentro con la luz del exterior ha sido magnífica y mucho más poderosa que ver el acto de ejecución en si.
Si Las Ciudades Libres están detrás del Crabfeeder es altamente probable que su ejecución tenga consecuencias y ahora que La Corona lleva para allá armas y hombres es de suponer que la violencia escalará, por el momento, para el espectador, no es más que un psicópata muerto que no ha dicho ni una palabra.
Así pues, la batalla no es muy transcendental en si misma, salvo porque creo que es interesante que hayamos comprobado por enésima vez que Daemon está como un cencerro (un Targaryen común) y que hayamos visto a un nuevo jinete de dragón. Sin embargo, estas dos cosillas se podrían haber resuelto con un cuervo enviado a Desembarco y una misiva leída en voz alta en el Consejo. Si la HBO ha dedicado presupuesto a enseñarnos una pelea de estas dimensiones (que apenas tiene relevancia en la trama) es simplemente un golpe de fuerza en la semana en la que se estrena Los Anillos de Poder.
Daemon está más loco de lo que los dos primeros episodios me hicieron creer, pensé que era un tipo visceral y algo violento, pero eso de lanzarse en plan suicida a la boca del lobo sólo porque le ha cabreado la carta que le manda su hermano es un poco exagerado. El tipo es temerario y tal, pero la situación ha sido un pelín inverosímil. Daemon consigue escabullirse de trillones de flechas que caen sobre él (nos lo creemos, porque hay que creérselo), lo rodean justo en el momento preciso como si hubiesen ensayado la batalla y todo sale a pedir de boca de dragón sin lamentar perdidas.
Repito: Daemon está loco y lo vemos dejándose llevar por lo que le dictan las entrañas ignorando lo que le dice su cerebro (suponiendo que le diga algo), no sólo tiene una rabieta injustificada contra un mensajero sino que se lanza de un modo absolutamente temerario al campo enemigo con una bandera blanca que no respeta. Se marcha en una barca hacia la playa de Crabfeeder poniéndose en peligro a él mismo y dejando su dignidad por los suelos al hacer creer al enemigo que va a rendirse.
Dejando de lado la habilidad super heorica de Daemon de salir casi ileso del aluvión de flechas (una heridita en la pierna y otra en el pecho), el segundo badass de la batalla ha sido el jovencísimo Laenor Velaryon, que como sabemos es hijo de la reina que no reinó y por lo tanto es un muchacho con sangre de dragón por sus venas, es decir, sólo los Targaryen pueden montar a los dragones y este chaval es Targaryen por vía materna, por lo que verlo en un dragón es algo completamente aceptable.
Este nuevo jinete de dragón es un candidato muy interesante para casarse con Rhaenyra. En este episodio hemos visto a un Lannister posicionarse a si mismo como consorte, no le ha funcionado bien, pero ha sido bonito reencontrarnos con esa costumbre de los Lannister de nacer de dos en dos. Descartado al Lannister, creo que tanto la opción que encumbra a Ser Otto Hightower y convierte a la mejor amiga de la infancia en la suegra de la futura reina… como la idea de casarse con Laenor y seguir en consejo de Lord Lyonel Strong uniéndose con la casa Velaryon son grandísimas opciones. Aunque lo del amor no se tenga en cuenta y resulte un poco turbio prometer en matrimonio a un niño de dos años, no dejan de ser Targaryen y cualquier cosa me parece normal.
Sí que vemos los atisbos de una relación amorosa entre el guardia real Ser Criston Cole y la joven heredera, es muy emotivo cuando él le recuerda a la princesa que lo convirtió en guardia real y que eso no es una tontería sino un acto que pudo llevar a cabo gracias al poder que tenía y con el cual ella no se siente satisfecha. Es muy bonito como ambos han encontrado al jabalí y el ciervo blanco. La más que probable futura pareja ha tenido su particular jornada de caza: matando al jabalí en defensa propia y dejando vivir al ciervo en un simbolismo claro de que ella se considera reina por derecho. El ciervo es una especie de buen presagio para el futuro monarca, por eso los nobles querían que Viserys lo cazase en el cumpleaños de su hijo Aegon, lo hubieran usado como confirmación de que la corona pertenecía al niño. Si Rhaenyra hubiera cazado al ciervo y lo hubiera llevado al campamento muchos de los nobles se hubiesen convertido en sus partidarios. Elige no matarlo, pero los espectadores (y Criston Cole) sabemos (creemos saber) que el ciervo confirma que ella será la reina. Minutos después el propio Viserys se lo reitera y además le dice que haga lo mismo que hizo él y que se case con quien le apetezca.
Parece que, por fin, han hecho las paces y que esa conversación es una reconciliación. En estos tres episodios hemos tenido bastante rollo de hija adolescente enfadada con su padre, así que espero que la reconciliación sea real. Ella tiene derecho a odiar a Viserys por casarse con su mejor amiga, por enviarle señores para que se casen con ella y por no ser suficientemente claro al respecto de que no la reemplazará en el camino al trono… pero como espectadora quiero dejar ese asunto ya zanjado.
En general el episodio me ha parecido algo más lento que sus predecesores, pero no por ello aburrido o menos interesante. Estoy deseando ver con quién se casa la futura reina y conocer a los contrincantes de la futura guerra.