House of the Dragon: el poderoso retorno a Poniente
Había varias fechas marcadas a fuego en el calendario de muchas seguidoras y muchos seguidores del mundillo seriéfilo. Una de ellas no queda muy lejos, pero otra era el 22 de agosto en España, y el 21 en Estados Unidos. Ese día, comenzará oficialmente el primer spin off de Juego de Tronos, que lleva por nombre House of the Dragon (La Casa del Dragón), y que yo personalmente tenía muchísimas ganas de que se estrenara. He podido ver los seis primeros episodios de la serie, de la que ya os he hablado en el vídeo respectivo en nuestro canal de YouTube, pero no iba a perder la ocasión de hacerlo en nuestro medio original, esta web.
NOTA: este artículo refleja mi opinión sobre los seis episodios iniciales de House of the Dragon, a los que hemos podido acceder gracias a Warner Media España. NO contiene spoilers.
No me escondo: esperaba más esta que Los Anillos de Poder por muchas razones, pero la básica y simple es que mi grado de implicación y conexión con la saga escrita por George RR Martin es mucho más fuerte que lo que pueda sentir por la obra de Tolkien, o la trilogía de Jackson (que me parece una obra maestra). Es por eso que he estado dando la turra estas semanas, con un par de artículos de cosecha propia (contexto previo y mi camino hasta aquí), así que mi punto de vista no hace falta recalcarlo más. Pero siempre quedaba en mi interior un resquicio de duda, de si realmente me había montado yo unas expectativas que luego no iban a verse correspondidas cuando me viera frente a frente con el sonido clásico de las producciones de HBO, y, a continuación, se abrieran de nuevo las puertas de Poniente en televisión. Gracias a Los Siete, ya no hay dudas.
Nos vamos unos doscientos años antes de los acontecimientos de la serie principal. La casa Targaryen es la regente en el continente, y viven su momento de mayor esplendor. La serie nos narrará lo que sucedió en la llamada Danza de los Dragones, la guerra civil entre la familia valyria que asoló Poniente. No obstante, esta primera entrega es previa a este conflicto, y durante la misma, lo que se nos contará son las semillas que luego florecerán cuando los dragones comiencen su particular baile.
En este contexto, nos encontramos con Viserys Targaryen (Paddy Considine), que es el monarca actual, con un problema similar al de su abuelo, el rey Jaehaerys, cuyo reinado fue el más longevo de la dinastía Targaryen, y con el que comenzamos esta serie, en el momento que marcaría todo lo que vendría después: el Gran Consejo del 101, en el que se decidió que Viserys era la mejor opción para regir Poniente, y no Rhaenys Targaryen (Eve Best), esposa de lord Corlys Velaryon (Steve Touissant), cabeza de la casa más acaudalada de Los Siete Reinos en ese punto histórico, y prima del que sería el rey posteriormente. Decía que el personaje que interpreta Paddy Considine, tiene también un problema con la descendencia, dado que su hija, Rhaenyra Targaryen (Milly Alcock/Emma D’Arcy), no es un varón, y eso siempre es motivo de inquietud en esta sociedad ponienti. No obstante, tomará la decisión de que ella es su heredera legítima, rompiendo lo que se votó en el Gran Consejo y la mayoría del reino quiso, que un hombre gobernara antes que una mujer.
La primera entrega tiene varios saltos temporales; no hay flashbacks de ningún tipo, y la narración es lineal. No obstante, ninguno se siente precipitado, y cuando hay cambios sustanciales, es decir, del quinto al sexto, la transición queda muy natural y las piezas las recolocan de forma fácilmente entendible, tanto para el fan de la obra original como para el espectador neutral. Y en esta línea quiero incidir en otro punto: a mí, como seguidor de Canción de Hielo y Fuego, y consumidor habitual de contenido relacionado, me han encantado los episodios que he visto; pero también tiene elementos de sobra para enganchar al televidente que simplemente quiera pasar un rato ante su pantalla, sin mayor pretensión.
Desde el piloto, yo ya estaba completamente dentro de lo que me quieren contar. Creo que es una carta de presentación soberbia, que te introduce a los personajes a la perfección y contiene las piezas de información necesarias para quienes lleguen de nuevas, y para los que ya sabemos qué va a pasar, además de guiños a la obra de Martin por doquier, que harán las delicias de los más versados. Por equipararlo como fan a una experiencia similar, lo que sentí viendo el piloto de esta serie fue lo mismo que experimenté cuando vi la parte final del último capítulo de la segunda temporada de The Mandalorian: una carta de amor al fan, cuyo uso del fan service es evidente, pero rebosa tanta calidad, tanto en el primero como en los siguientes episodios, que no supone un factor en contra, como pasa en otras producciones que abusan de la nostalgia y el apelar a lo que pueda sentir un determinado grupo de personas. House of the Dragon es una producción portentosa, que no va a dejar indiferente a nadie, sepa o no de qué casa es el emblema que porta un caballero determinado en el escudo o en sus ropajes.
Una de las bazas que más destacaba la gente de los primeros años de vida de Juego de Tronos eran los diálogos, sus guiones, esas escenas con dos personajes solos en una sala, conversando sobre temas diversos; en House of the Dragon abundan. Por establecer un símil, hay un claro paralelismo entre la primera de Game of Thrones y esta, con la diferencia de que en la de Benioff y Weiss, en su entrega inicial, tenían cuatro duros como aquel que dice, y aquí el presupuesto ronda los doscientos millones de dólares. Lo que supone que todo luzca de maravilla, tanto el vestuario, como los escenarios, algunos creados desde cero y otros rodados en múltiples localizaciones (entre ellas, nuestro país, con especial hincapié en la comunidad de Extremadura), como los efectos especiales; y sí, los dragones. Vamos a ver a nueve, como ya os contamos en otro artículo, y cada uno es distinto a los que viéramos en la serie madre, pero a la vez similares.
Y eso pasa también en líneas generales. Estamos de nuevo en Poniente, pero no es el mismo que vimos en Juego de Tronos. El cambio se ha ejecutado de maravilla, y creo que aquellos que disfrutaron tanto con la primera serie tienen elementos en los que reconocer lo que vieron en su día. No es una copia de la ficción original, sino un ente que comparte ese mundo, pero se siente como algo diferente, con personalidad propia y un estilo distintos al empleado hace once años cuando arrancara la de Daenerys y compañía.
En cuanto a personajes, qué decir, a cada cual mejor. Una de las tareas más importantes de la adaptación del material original era dotar a los protagonistas de vida propia, dado que el libro, Fuego y Sangre, es una crónica narrada por terceros, con escasos diálogos directos y cuyas fuentes muchas veces los alteran según les interesa. Lo han conseguido. Tenemos a un Daemon Targaryen (Matt Smith) que es un agente del caos, pero al que puedes vislumbrar una pizca de humanidad que no te haga enemistarle al completo; un Viserys Targaryen al que le pesa la corona y el legado de su familia, y la preocupación de mantener a su casa y al reino unido (le doy la razón a Martin, este Viserys tiene muchas más capas que el que él escribió en su día); una Alicent Hightower (Emily Carey/Olivia Cooke) que es un agente político, sí, pero cuyo enfoque me ha parecido muy humano y de lo más interesante que nos ofrece la serie; un Corlys Velaryon poderoso, imponente y ambicioso, no al punto de Tywin Lannister pero sin duda todo un agente político a tener muy en cuenta; y, por supuesto, la que considero que es la protagonista de esta primera entrega junto a su padre, Rhaenyra Targaryen, una joven que es consciente de que, aunque la llamen “La Delicia del Reino”, alberga constantes dudas de que acaben aceptándola como reina de Poniente, e incluso teme que su propio padre la deje de lado si se diera el caso, y con ganas de cambiar la tradición hacia un futuro mejor.
House of the Dragon irrumpe con fuerza en este verano de 2022, que ha estado bastante entretenido y con una buena ristra de series de mucho nivel. No obstante, a falta de los cuatro capítulos que no he podido ver, dado que no han facilitado el acceso anticipado, la sitúo como uno de los grandes estrenos en televisión de todo el año, sino el que más me ha gustado. Todo aquel que albergara dudas sobre si volver o no a Poniente, debe dejarlas de lado y sentarse a disfrutar del espectáculo que nos va a ofrecer cada semana HBO. La cadena necesitaba hacer una declaración de intenciones y reafirmar que puede crear una franquicia basada en el universo de Canción de Hielo y Fuego, pese al final de su predecesora. Tras ver estos seis primeros episodios, y aunque, repito, me faltan cuatro, creo que ha puesto la piedra inicial que marcará el camino de lo que ha conseguido, por ejemplo, The Good Fight respecto a The Good Wife: ser mejor que su madre.