Bienvenidos a Edén: en su cabeza era espectacular
Si nos leéis habitualmente, o, más concretamente, leéis los artículos que voy publicando en Casa Spammer (o si nos veis en Twitch o YouTube), sabréis que suelo consumir más ficción nacional que hace unos años. En buena parte se debe a la oferta creciente como consecuencia de la guerra del streaming, y que grandes operadores hayan comenzado a desarrollar productos que no veríamos, casi con total seguridad, en una cadena en abierto de España. Quizá, de todos los que ahora mismo crean series en nuestro país, con la que menos he logrado conectar ha sido con Netflix, quizá la más mainstream de todas y la más extendida. Este viernes llega una nueva serie, Bienvenidos a Edén, y os cuento qué me ha parecido.
NOTA: este artículo trata sobre la primera temporada de la serie, a la que hemos tenido acceso gracias a Netflix España. NO contiene spoilers.
La premisa de la serie nos traslada a una realidad muy cercana, en la que los jóvenes actualmente viven enganchados a las redes sociales y a todo lo que las rodea. Nuestro grupo de protagonistas, reciben una invitación para una fiesta exclusiva, en la que una marca de bebidas les dará a probar su última creación.
No obstante, esta invitación es un simple gancho para lo que de verdad quiere la organización: captar nuevos miembros que se unan a sus filas. Esta organización, liderada por Astrid (Amaia Salamanca) y Erik (Guillermo Pfening), busca seleccionar a una serie de candidatos y candidatas concretos para que nutran a la comunidad que han creado en una isla cuya localización es desconocida, y sus fundamentos consisten en una crítica clara al cambio climático y que el momento de actuar es ahora, antes de que nuestro planeta se encuentre en un punto de no retorno.
Para ello, basándose en unos parámetros determinados, de entre todos los invitados a esas fiestas exclusivas, seleccionan a unos cuantos con el potencial para convertirse en nuevos acólitos. Y uso este término porque, desde el instante en el que nuestro grupo protagonista llega a esa isla, podemos detectar perfectamente que nada es lo que parece, y que esa organización parece más una secta que otra cosa. Está construida con una estructura jerarquizada, con diferentes estratos, a los que sus miembros solo pueden acceder si cumplen una serie de objetivos, que podemos observar de primera mano en el desarrollo de la temporada.
Todo esto nos suena; lo hemos visto en otras ocasiones en otras obras de ficción cuya temática gira en torno a sectas y grupúsculos semejantes. También lo de una isla apartada del resto del mundo, la selección de unos elegidos, un nombre pretencioso como Edén, y una alerta sobre un aparente fin del mundo o catástrofe de consecuencias devastadoras para la Tierra. Encima, su piloto no ayuda en absoluto a que quieras entrar en la historia, sino más bien lo contrario.
Lo primero que se me pasó por la cabeza mientras veía el piloto era qué estaba haciendo con mi vida. Topicazos made in Spain, momentos de vergüenza ajena, escenas metidas con calzador para poner el “musicote” que a mucha gente le gustará, pero a mí me resulta un atentado auditivo… todo eso y unas cuantas cosas más yo creo que serán motivo más que suficientes como para que alguien pare el reproductor y cambie a otra serie o película de Netflix, o a otra plataforma directamente.
Por si fuera poco, el elenco casi en su totalidad deja mucho que desear. Se me hace complicado empatizar con alguien; la protagonista, Zoa, me parece un personaje flojísimo para encabezar un reparto, y acabé alineándome, sin que me cayeran demasiado bien, con aquellos personajes que actuaban medianamente normal en una situación como la que experimentan, es decir, cuestionándose cosas y no aceptándolo todo sin más. Más allá de la trama, yo creo que el gran lastre de esta serie es que ni a nivel interpretativo ni de profundidad de personajes aprueba. Puede que solo salvara a Gabi, la hermana pequeña de Zoa, cuya motivación es bastante lógica y coherente, que no es otra que la de recuperar a su hermana y encontrarla.
Lo que nos muestra la serie es un trasunto de muchas otras cosas que ya hemos visto antes y de una calidad superior, y aunque podría tener lo justo para mantener al espectador pendiente de saber más y con curiosidad por ver cómo se desarrollan los acontecimientos, está lejos de ser una serie que yo recomendaría, engrosando la lista de ficciones españolas de Netflix que pasarán sin pena ni gloria. Si sentís curiosidad, mañana llega a la plataforma de forma íntegra.