Review Ted Lasso: Rainbow
Hoy no será Iván el que se encargue de redactar la review del nuevo episodio de Ted Lasso, y le cubriré yo en esta ocasión. Tengo que decir que escribir de esta serie es muy sencillo: es todo fantástico, y sigo sin comprender cómo se lo montan para que, cada semana, nos brinden joyas que atesorar. Vamos con este Rainbow y lo que hemos visto hoy.
Llevamos un mes de agosto con episodios que me han parecido increíbles. Lo especial que fue el 2×04, y el bonito mensaje que nos brindó el 2×03, elevaron el nivel de una serie que volvió a nuestras vidas con una Season Premiere magnífica; y lo mejor de todo es que ya la valoración de esta ficción estaba por todo lo alto, así que seguimos gozando de, quizá, la producción con un estado de forma más elevado de todo el panorama televisivo actual, que ya es decir. No se me ocurre muchas series más que rindan a este nivel semana tras semana, y la duda será por cuanto tiempo serán capaces de mantenerlo.
Volviendo a lo de hoy, tenemos dos frentes principales. El primero, que protagoniza Nate, un personaje que ha crecido muchísimo desde que le viéramos en el arranque de la serie, y que ahora está en una posición en la que disfruta, pero todavía siente que le falta algo más, como esa mesa junto a la ventana del restaurante. Con esa muestra tan sencilla, basan todo el desarrollo de esta sub trama, que es, fundamentalmente, hacerle ganar la confianza en sí mismo que no ha sido capaz de experimentar durante su vida. No puedes tener la mesa, no eres el tipo que puede hablarle al capitán del equipo para que corrija su actitud, no puedes llevarte una máquina de café porque es para los jugadores… son detalles, pero que van minando a alguien como Nate, que logra ser decidido y confiado, consiguiendo esa mesa (pero no el número de teléfono de la camarera), pero, al final del episodio, encuentra otra china en su zapato en forma de Roy Kent, que sería el segundo frente de hoy.
El ex futbolista no encuentra su lugar en el mundo. Pensaba que le llenaba ser comentarista, pero no es así. Su parte con Ted, rollo comedia romántica, con ese final con Roy corriendo para llegar hasta su amada, en este caso, la cancha del Richmond y el puesto de técnico, me parece genial, incluido el detalle de que se le disloque la rodilla en cuanto empieza a esprintar, o que no le dejen entrar al campo sin entrada (tique que, por cierto, tenía reservado, porque no puede alejarse demasiado de su club).
Una de las cosas que más me están gustando en esta entrega de Ted Lasso es que están dando mucha importancia al resto de personajes que no son el entrenador, y lo están haciendo de forma brillante. Roy me gustó el año pasado, pero es que cada episodio que pasa me gana todavía más si cabe. Querría destacar su comentario acerca del chico joven que mencionan en el programa que parece que debutará. Como aficionado al mundo del fútbol, me ha parecido de lo más acertado. Más que nada, porque dice la verdad. En muchas ocasiones, se carga de una responsabilidad indebida a la gente joven, solo porque de críos despuntan en momentos concretos, o dejan muestras de un talento incipiente, y enseguida se busca ponerles la etiqueta de “el nuevo Messi”, o “el nuevo Ronaldo”, como dicen aquí.
Y Roy atina indicando que nadie tiene ni idea de lo que va a pasar y, para colmo, cuando salga y haga lo que no han pronosticado que haría, le coserán a palos. Es un mensaje muy importante que ojalá se transmitiera más, que a un chiquillo le deberían dejar crecer en el terreno de juego, que aprovechara los minutos que le ofreciera el mister correspondiente, y que aprendiera en cada partido que disputara. ¿Que luego es el mejor jugador del mundo? Pues genial. Pero si no lo termina siendo, como es lo normal, porque eso solo está al alcance de unos pocos elegidos, no es un fracaso, ni una decepción ni nada por el estilo. Deben disfrutar de lo que hacen, y ser felices, como Roy le muestra a Isaac en la cancha de fútbol de su barrio: por encima de todo, el fútbol es un deporte, y nada más. Por desgracia, la actualidad deja de lado en muchas ocasiones estos detalles, y me encanta que Ted Lasso haga hincapié en los verdaderos valores del balompié. O esa cuarta pared destruida con el testimonio de esa pareja que llevan toda una vida enamorados y siendo seguidores del Richmond. El fútbol debería ser de sus aficionados; lástima que poco a poco eso se vaya desvaneciendo.
Claro, el retorno de Roy al equipo mete a otro gallo en el gallinero, algo similar a lo que pasó con Jamie, pero lo gestionaron muy bien, la verdad. No sé qué pasará ahí, pero esa foto final, con cuatro entrenadores al frente me transmite la sensación de que sobra alguien, que hay mucha gente. Veremos cómo lo solventan, pero tengo confianza plena en lo que decidan, porque motivos para ser escéptico no me han ofrecido hasta ahora, la verdad.
Un breve apunte antes de terminar: ¿es posible que Rebecca esté ligando con Ted a través de esa app de citas anónima? Es que ese plano de ella hablando en la aplicación, para luego pasar a Ted con su móvil también, me hace sospechar. ¿Se viene salseo en el AFC Richmond?
Si nada cambia, Iván volverá la semana que viene con una nueva review de la serie. Ha sido un placer comentar un episodio tan fantástico a tantos niveles, que con cosas como sus mensajes hacia el mundo del fútbol solo hace que engrandecer a Ted Lasso, además de consolidarse episodio tras episodio como una de las mejores series que hay emisión en la actualidad. Y si alguno no la veis todavía, ¿a qué esperáis?