Parot: una buena idea sin un resultado óptimo
Con la llegada de las plataformas streaming a nuestro país, comenzó el progresivo desarrollo por parte de éstas de producciones nacionales. Cada empresa sigue su estrategia de lanzamientos, y la de Amazon, con ejemplos como Inés del Alma Mía, es combinar sus esfuerzos con cadenas en abierto para estrenar las ficciones primero en el servicio bajo demanda, y luego en una emisión normal en la cadena con la que se asocia. Parot es una colaboración con RTVE, y llegará el próximo viernes a Prime Video, y os cuento qué me han parecido sus cinco primeros capítulos.
NOTA: este artículo trata de cinco de los episodios de su primera entrega, a los que pudimos acceder gracias a Prime Video España. NO contiene spoilers.
Parot nos traslada a 2013, cuando una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos resolvió un recurso presentado por una condenada de la banda terrorista ETA, en el que se recogía que la aplicación de la doctrina Parot (jurisprudencia establecida por el Tribunal Supremo de España a partir de una sentencia en 2006), con carácter retroactivo vulneraba artículos del Convenio Europeo de Derechos Humanos, por lo que las reducciones se aplicaron sobre el máximo tiempo de permanencia en prisión legal permitido, lo que provocó que se liberaran de forma inmediata muchas de las personas a las que les impusieron penas que superaban de forma considerable los treinta años.
Con este punto de partida, nos ponemos en la piel de Isabel Mora (Adriana Ugarte), una agente de policía con un pasado vinculado directamente a la excarcelación de los reos como consecuencia del dictamen de Estrasburgo. Ella, junto a su familia, su hija, Sol, y su madre, Andrea (Blanca Portillo) son el núcleo de una ficción en la que yo destacaría principalmente las actuaciones de Ugarte y Portillo por encima de la mayor parte de cosas que nos ofrecen en esta serie.
A raíz de la decisión del Tribunal, se pone en marcha el que es uno de los hilos conductores de la trama, la aparición de un justiciero que porta una máscara de mono, y que se encarga de ejecutar a los presos excarcelados. Lo que podría haber sido un thriller adictivo y que engancha, se queda en un intento, ya que aunque el foco de la investigación policial es ése, y en la mayor parte de capítulos que he podido ver tenemos intervenciones del enmascarado, parece que sea algo secundario que hace acto de presencia de tanto en tanto para recordar al espectador que ese misterio sigue pendiente de resolverse. Para mí, uno de los errores de Parot es no centrarse más en la caza del justiciero.
También tiene un rol relevante el personaje interpretado por Iván Massagué, el ex-reo Julián López de Haro, que me hace plantearme si realmente lo que se enseña en las prisiones españolas debería estar a la altura de las mejores universidades del mundo, ya que tras dieciséis años encarcelado, cuando se reincorpora a la sociedad exhibe habilidades propias del protagonista de Mr Robot, y el salto tecnológico de finales de los 90 a comienzos de la década del 2010 fue considerable. Si suprimimos la incredulidad, nos encontramos ante un personaje condicionado completamente por su pasado, que busca venganza más que reinserción, con un Massagué realizando una buena tarea.
La producción constará de diez capítulos, cuyos primeros cinco rondan los cincuenta minutos de duración, y el ritmo de los que he visto lo cierto es que no es el más vertiginoso que nos podamos encontrar en la parrilla televisiva. Con los cinco restantes pendientes, mi sensación es que podría haber sido mucho más de lo que ha ofrecido; esto, evidentemente, puede cambiar en la segunda mitad que no he analizado. Además, teniendo thrillers españoles con temática policíaca bastante potentes, y recientes, que no traeré a colación (pero imagino que alguno se os podrá ocurrir), Parot no llega a su altura.
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