Los Favoritos de Midas: ¿espejismo o esperanza?
Últimamente, estoy apostando más por la ficción española en televisión. En buena parte, la decisión viene motivada por la creciente tendencia de los servicios streaming y por cable que tenemos en nuestro país de crear productos nacionales, ahora que han aterrizado en España, y se han asentado ya en nuestra sociedad, alejando aquellas épocas en las que decir que veías una serie de HBO sonaba a chino, o qué era eso de “Nesflis” que tanto comentaba la gente. Son parte de nuestro día a día, y raro es quien no tenga alguno de las plataformas contratadas en sus casas. Por ello, es lógico y razonable que se produzcan ficciones en el país en el que se emiten los contenidos… otra cosa es que me guste lo que me ofrezcan, y en ésas estamos Netflix y yo, que no terminamos de ponernos de acuerdo, aunque Los Favoritos de Midas me ha gustado.
El mes pasado, se lanzó una miniserie (o serie limitada, como queráis llamarlo) que encabezaba Luis Tosar (Celda 211, La Sombra de la Ley, Quien a Hierro Mata, y un largo etcétera), un nombre que ya de por sí es muy importante dentro del mundillo en España. Con ese actor como principal reclamo, Los Favoritos de Midas lanzó una campaña publicitaria en redes bastante potente, utilizando aquello que se nos presenta cuando arranca la historia. Víctor Genovés, uno de los principales magnates de nuestro país, y propietario de uno de los grupos de inversión más influyentes, recibe una carta en la que se le “amenaza” diciéndole que si no entrega una cantidad determinada de dinero (no calderilla, una millonada) en un plazo determinado de tiempo, una persona al azar morirá. Si tras eso, no da lo que Los Favoritos de Midas le piden, cuando transcurra otro número determinado de días, volverán a matar a otro ciudadano anónimo. Así hasta que ese misterioso grupo logre que Genovés les dé su dinero, y se rinda a la evidencia que ellos creen representar y desarrollan en sus misivas al protagonista.
He puesto el verbo amenazar entre comillas antes, porque, seamos sinceros: ¿cuántos de nosotros claudicaríamos y aceptaríamos semejante demanda a la primera? Lo normal es que pensáramos que son unos chalados, que quieren dejarnos secos, o que se trata de una estafa, o un truco de cuatro chavales que se aburren en sus casas y buscan conseguir dinero rápido. Y eso le ocurre a Genovés, que pasa olímpicamente de Los Favoritos de Midas. Hasta que muere alguien. Ahí la cosa cambia, y se comienza a plantear si es un hecho aleatorio, o hay algo más. Y vuelve a recibir otra carta, que ignora; y pasan los días, y otra desgracia ocurre. Y llega otra carta.
La premisa de la historia es interesante, el desarrollo de la trama me gustó durante su narración, pero el final me pareció algo precipitado, y más abierto de lo que desearía, dando pie a muchos que opinan que habrá segunda entrega. Como producto individual, no es una mala serie, aunque sí que es cierto que parece que falte algo más por contar, y esa potencial segunda parte podría concluir la historia de forma más satisfactoria… o estropearlo todo, quién sabe.
El halo de misterio en el que envuelven a Los Favoritos de Midas me gusta. En todo momento se juega con nosotros, y se nos obliga a plantearnos quiénes son, si sus motivos son loables, o si simplemente son gente peligrosa en quién no se puede confiar. Y en esa tesitura se encuentra toda la serie Genovés, con un Luis Tosar que hace un muy buen papel, y que nos representa a la perfección todo el proceso que recorre su personaje durante los seis capítulos que componen la miniserie. Pero quizá el mayor punto a favor de esta producción de Netflix haya sido recuperar a Willy Toledo para la causa. Sí, el del coño insumiso. Se nos había olvidado a todos que es un buen actor, y su papel como el inspector Conte nos hace recordar que, más allá de sus polémicas en su vida privada (y a veces demasiado pública), es un valor a destacar y un activo muy interesante para lo que pretenden contar en esta miniserie.
Supongo que si has llegado hasta aquí te preguntarás, quizá, que a qué venía el título del artículo. Muy fácil: quería tratar dos temas directamente relacionados en estas líneas. El primero, dar mis impresiones sobre el último estreno español en Netflix; el segundo, valorar si esto puede ser el primero paso hacia una nueva estrategia del servicio streaming, en relación con sus lanzamientos nacionales. Porque a eso hacía referencia en el párrafo inicial con que ando peleado con Netflix. Es muy difícil no cabrearte con ellos, viendo lo que están haciendo sus rivales.
HBO España arrancó con Foodie Love el año pasado, producción de Isabel Coixet (que estos últimos días ha protagonizado una polémica con Clint Eastwood) que ha pasado sin pena ni gloria, y con Por H o Por B, lanzada este verano, que tampoco ha tenido una gran repercusión. Pero este otoño, ha lanzado sus dos misiles tierra aire, que han sacudido con fuerza al panorama televisivo español, en muchos aspectos: Patria y 30 Monedas.
Luego tenemos el caso de Amazon, que ha apostado por una colaboración con cadenas como Telecinco (Mediaset) y RTVE, para co-producir ficciones y lanzarlas, primero en Prime Video y luego en abierto en las cadenas en cuestión, como por ejemplo, Madres, Señoras del (h)AMPA, Inés del Alma Mía, y llegó a emitir la nueva temporada de La que se avecina antes que en su cadena de origen. No solo eso; también ha apostado por un valor del que se ha aprovechado durante sus años de emisión una grandísima serie como El Ministerio del Tiempo: nuestra historia. Puede que seamos uno de los países del mundo con una de las mayores tradiciones históricas; imaginad si en Estados Unidos tuvieran los siglos a sus espaldas que tenemos nosotros, tendríamos series y películas de sus figuras históricas hasta en la sopa. Por ahí ha tirado también Amazon, con la mencionada Inés del Alma Mía, una ficción centrada en Hernán Cortés, o la inminente El Cid, que llega el próximo 18 de diciembre.
Y por último, pero no menos importante, está Movistar Plus, con un catálogo de ficciones propias que es, casi en su totalidad, altamente recomendable. Hay muy pocas que desaconsejaría, o mejor dicho, no recomendaría en función de a quién me estuviera dirigiendo. Hay mucha variedad, para un nicho muy amplio y un target muy diverso. Y calidad, a raudales; de eso no falta en las ficciones de la plataforma. Los últimos ejemplos: Antidisturbios, Nasdrovia y Dime Quién Soy. Ha habido muchos antes, y vendrán muchos más.
¿Y qué tenemos en Netflix? Productos que palidecen en comparación con cualquiera que he mencionado anteriormente de otros servicios. Quizá los que más destacaría son, además de Los Favoritos de Midas, Criminal y El Vecino, y en ningún caso las situaría por delante de las series de las que he hablado en párrafos anteriores. Son buenos productos, pero los hay mucho mejores.
Porque luego, si analizamos detenidamente el catálogo español, hay que diferenciar entre series que podemos ver en Netflix pero son de otros servicios (Perdida, Toy Boy, La Valla), las producidas por ellos; y aquellas que compraron a otros y luego las han desarrollado, que aquí entran dos que sí son altamente recomendables y merecen la pena que las veáis: Paquita Salas y La Casa de Papel; pero no son 100% Netflix.
¿Qué es 100% Netflix? Élite, Valeria, Las Chicas del Cable, Alguien tiene que morir, Alta Mar, Hache y Memorias de Idhún, además de Los Favoritos de Midas, Criminal y El Vecino. De las citadas, no he visto ni Élite ni Valeria (sí, pertenezco a ese 1% que no ha visto Élite); el resto, todas, a cada cual más lamentable. Memorias de Idhún es un insulto a la inteligencia, y una oportunidad perdida para dar vida a una saga con numerosos seguidores y explotar el formato anime, algo que no hacen y desaprovechan por todo lo alto; Alguien tiene que morir es olvidable, como poco; Alta Mar podría pasar por una telenovela de las que parodiaban en Jane the Virgin; Hache es incongruente a más no poder (si te paras a pensar en el contexto histórico en el que se mueve, claro está); y Las Chicas del Cable tiene agujeros de guion del tamaño de agujeros negros, siendo solo consecuentes con el periodo de nuestra historia en el que se mueven al final de la serie, algo que aplaudo. White Lines no sé si añadirla, porque transcurre en España, pero es otro ejemplo de lo bajo que es el nivel de producción española de Netflix.
He aquí el quid de la cuestión: ¿Va a provocar algo Los Favoritos de Midas? ¿Se va a apostar por producir ficciones más ambiciosas y que apunten más alto, en lugar de mamarrachadas y series que trasladen al mundo una marca España de la que avergonzarse? Calidad en España tenemos de sobra, y lo demuestran cualquiera de los otros servicios mencionados anteriormente, y los años de buenos lanzamientos cinematográficos y la larga tradición cinéfila que hay en nuestro país. Netflix parece querer exportar lo peor de nuestro país, y es bastante triste que sigan en esa línea. Ojalá mañana El Desorden que Dejas siga la dinámica de Los Favoritos de Midas, aunque viendo alguno de los proyectos que prepara la plataforma, temo que se siga la tendencia de los últimos años. Solo el tiempo dirá si la ficción de Luis Tosar fue un oasis en el desierto, o de las primeras que abrió el camino hacia un Netflix más ambicioso y que quiera dignificar a los nuestros.