Schitt’s Creek: la sexta temporada es la buena
Hay una tendencia muy repetida en el tiempo de otorgar, en ceremonias de premios como los Emmy, estatuillas a las ficciones que acaban su recorrido en televisión, bien alguna residual para darle visibilidad o reconocimiento por su trayectoria, o a veces la ficción en cuestión se lleva unas cuantas victorias en las categorías en las que está nominada. Pero quizá, en todos mis años viendo y siguiendo series, no había visto lo que ha logrado Schitt’s Creek en los últimos premios Emmy. Y sigo sin entender el motivo de semejante arrasada, ya vista por completo.
Para poneros en situación, vamos a hacer un poco de retrospectiva. Schitt’s Creek es una sitcom canadiense, que emitió la cadena CBC allí, y que tuvo un transcurso de seis temporadas (su última entrega se ha emitido este mismo año). Quizá el hecho de que fuera un producto de Canadá hizo que no tuviera demasiada repercusión en la esfera internacional, al menos de entrada, porque cuando entró en escena Netflix, la cosa cambió. El gigante streaming compró los derechos de emisión para Estados Unidos, y ahí es cuando Schitt’s Creek comienza a expandirse y a llegar a muchos más hogares, y aquí ya tenía emitidas unas tres o cuatro entregas en su país de origen. A partir de ahí, empieza su paulatino ascenso hacia el mainstream y entra en la conversación seriéfila.
Poco a poco, esa progresión provoca que el año pasado fuera nominada ya en los Emmy en alguna categoría, por su quinta entrega. En este 2020, como decía, ha llegado su final, y Schitt’s Creek tenía representantes en todos los apartados de comedia en los que se entregan estatuillas. Ya en agosto, cuando dedicamos un programa en nuestro canal de Twitch y Youtube a los nominados de este año, me llamó mucho la atención esa irrupción, por lo que decidí darle una oportunidad, y comenzar a verla, a ver si era tan buena como los críticos televisivos la consideraban, porque a mí me sorprendió todo esto. Aquí en España, deciros que está íntegra en Movistar Plus, con sus seis entregas.
Llegó la gala de los Emmy y Schitt’s Creek venció con una contundencia inusitada, porque ganó en todas y cada una de las categorías en las que estaba nominada. Victoria sin paliativos, que dejó con la boca abierta a propios y a extraños, e incluso dejó margen a fans de las conspiraciones y las estratagemas publicitarias para que teorizaran de que no se tratara todo para acabar de abrirla al circuito convencional de series y que Netflix le otorgase una vida extra, porque claro, después de ganarlo todo, es muy jugoso el querer aprovechar esa tendencia positiva y extender todavía más la historia. Teorías locas aparte, lo cierto es que no veo justo esta tremenda victoria.
Veréis, Schitt’s Creek nos presenta a los Rose, que después de ser víctimas de un fraude, pierden todo su dinero y sus bienes y, arruinados, terminan yendo al único sitio que todavía les pertenece: un pueblo perdido en mitad de la nada que compraron por cuatro duros y porque les pareció divertido hacerlo. Allí, el matrimonio con sus dos hijos (muy adultos, nada de chavales jóvenes) tienen que convivir en dos habitaciones conectadas de un motel de carretera, por supuesto, de mala muerte el sitio, con todo lo que eso supone, dado que era una familia que apenas se comunicaba, cada uno iba a su rollo, y todos tienen una batería de carencias que harían el agosto de cualquier psicólogo familiar que los tuviera de clientes.
Hasta aquí, la premisa no es para nada novedosa, ni nada súper llamativo. De hecho, recuerdo unas declaraciones de alguien de la serie, no sé si era uno de los protagonistas o uno de sus creadores (le reconozco el mérito a Dan y Eugene Levy, que además de encabezar la ficción la han escrito y guionizado durante todos sus años de vida), que dijo que, en un canal en abierto norteamericano (véase ABC, NBC, FOX, CBS o The CW), Schitt’s Creek hubiera sido cancelada en sus primeras temporadas. Y razón no le faltaba. Quizá su arranque sea de lo más normal y plano que he visto en tiempo en una comedia. Sus primeros años son correctos, sin más. Divertidas algunas situaciones y momentos, pero como cualquier otra serie cómica que podáis encontrar disponible en la multitud de plataformas que tenemos a nuestro alcance a día de hoy. Es más, puede que no la encontréis ni divertida; a mí me costaba ver episodios suyos, lo reconozco.
Ahora vendría la parte de esta crítica en la que os digo que la espera merece la pena, y todo va a más y acaba por todo lo alto y es una serie que no os podéis perder. Pues mira, no es el caso. Porque, seamos sinceros: ¿con qué cara le dices a alguien que lo mejor de una serie está en su sexta temporada, y te tienes que tragar cinco de travesía, que tienen sus buenos momentos y capítulos, pero que no es hasta su recta final cuando explota y da lo mejor de sí misma?
Estoy siendo un poco injusto, pero es lo que pienso. La sexta entrega es la mejor, con mucha diferencia, y es la rúbrica a un viaje desarrollado en cinco temporadas, en las que, como en otras tantas series, los protagonistas se redescubren y mejoran como personas y familiares, y acaban siendo la mejor versión de ellos mismos. La entrega final es una carta de amor a esos personajes y a su evolución, y es de agradecer en los tiempos que corren encontrar un producto tan alegre y simpático, que te permita desconectar de todos los malos rollos habidos y por haber. Pero hasta ahí. Schitt’s Creek no va a pasar a mi listado de mejores comedias, porque sinceramente creo que os podría enumerar diez mejores que ella y aún tendría unas cuantas que podría poner antes que la ficción canadiense. Además, aunque la sexta sea todo lo que he dicho y más, para mí no compensa el haber tenido cinco temporadas de rendimiento medio-bajo, y que brille al final, aprovechando, curiosamente, su mayor impacto a nivel global siendo ya más conocida.
He dicho en el párrafo anterior como una de sus mejores características el hecho de que es una serie muy simpática y distendida, y eso a día de hoy puede resultar un aliciente para muchas personas. Quizá esa haya sido una de las claves de esa victoria tan increíble en los Emmy, que los críticos hayan querido premiar la positividad y el corazón que tiene Schitt’s Creek, en un escenario de negatividad global y descorazonamiento. Pese a todo, es una serie que no recomendaría, al menos de entrada. Si quien me preguntara no hubiera visto muchas comedias, tendría una batería de series para decirle antes de la canadiense; si ya fuera alguien más versado en cuestiones seriéfilas, puede que le dijera que le diese una oportunidad, porque es un buen producto y tiene sus golpes y momentos destacados. Pero probablemente le advertiría de entrada, diciéndole que la sexta temporada es la buena.