Review Supernatural: Gimme Shelter
Esta semana nos hemos encontrado con los Winchester sumidos en un road trip, que es como los veíamos en las primeras temporadas: siempre en el Impala y durmiendo en moteles o alojamientos mugrientos. Ver a los hermanos en el coche es lo más típico posible en la serie, así que no está mal que nos lo recuerden cuando estamos tan cerca del final.
La crisis ocasionada a causa de la pandemia provocó que el rodaje se paralizase durante meses y que las medidas de protección frente al COVID sean determinantes a la hora de realizar el rodaje, pero aunque en el episodio anterior sí pudimos notar esto con pocos actores y pocos escenarios, cosa que implica pocos técnicos, en este episodio no he notado nada que me haga pensar en distanciamiento social. Supongo que el mérito es para el directos, que ha hecho que el episodio se sienta como su estuviera rodado con total normalidad.
Si el episodio de la semana pasada nos enseñó a los hermanos en el búnker en algo así como un Bottle episode, en esta ocasión nos concentramos fundamentalmente en Jack y Castiel, dos personajes que merecían un episodio propio a estas alturas de la última temporada. La participación de los hermanos Winchester ha sido menor, aunque bastante intensa, sobre todo por la carga emocional de una conversación que mantienen Amara y Dean. Pero aún así, este ha sido el episodio de Jack y Castiel, que se ven inmersos en un caso (que de sobrenatural tenía poco) que sirve para unirlos y para que Jack se sincere y explique como su final está ligado al de Chuck y Amara: por lo visto Billy ha convertido a nuestro Jack en algo así como una bomba, que matará a los dos hermanos místicos, pero haciéndolo se cobrará la vida del propio Jack como triste precio.
Por su parte, Amara y Dean mantienen una interesantísima conversación, en la que Dean le pregunta a la Oscuridad la razón por la que su madre (Mary) fue traída de vuelta al mundo, para morir no mucho tiempo después. La respuesta de Amara es fascinante y sirve para recordarnos que los Winchester son justo como tienen que ser y que la vida que hubieran tenido si no se hubieran dedicado a cazar monstruos no era la vida para la que estaban destinados. Amara le dice a Dean que quería que amase a Mary como la mujer que era, como una mujer con defectos, con errores, lejos del ser idealizado que Dean guardaba en sus recuerdos infantiles. Amara quería que Dean se liberase del mito de esa madre cariñosa que hubiera hecho su vida mucho más fácil de no haber sido asesinada. Pero la realidad es muy distinta, la Mary real es muy distinta, no es un ser idílico y perfecto sino una persona normal y Dean aprendió a querer a esa persona normal a la vez que abandonaba esa idea del “qué hubiera pasado si”.
Creo que la trama no da para mucho más relleno, estamos a cinco episodios del final de esta aventura que ha durado quince años. Es probable que aún nos queden algunas escenas frescas, algunos momentos divertidos y que aún podamos sonreír con la serie, pero me temo que muy pronto empezaremos a vislumbrar el final y dudo que todos acaben comiendo perdices.