Pilotos: Lovecraft Country
A veces, en la vida, el timing lo es todo. No es necesario tener las mejores aptitudes en muchas ocasiones, sino estar en el momento justo, en el lugar adecuado. Creo que con Lovecraft Country va a pasar un poco esto. Un año que ha provocado un verano parco en estrenos de gran nivel, la baja oferta de ficciones de estos meses, menor que en otras épocas estivales (que ya es decir), y el tema atractivo que desarrollará, hacen que muchos seriéfilos tuviéramos marcado en rojo este 17 de agosto, que ha sido cuando HBO ha lanzado su nuevo producto, que ya deja muestras en su primer episodio de ser el nuevo tema de conversación durante las próximas semanas y meses.
En mi caso, este verano no me ha traído grandes ficciones que me tuvieran pegado a la televisión semana tras semana. Pese a que me gustó Brave New World, aunque considero a Cursed (Maldita en Netflix) un producto entretenido, y que Perry Mason ha cuajado una buena temporada introductoria, a ninguna la incluiré en mi listado de cada final de año como lo más destacado de este aciago 2020. Sin embargo, Lovecraft Country apuntaba maneras desde sus primeras promociones, y con nombres como Jordan Peele, el propio autor estadounidense y su mitología, JJ Abrams (aunque huele a que solo ha puesto la pasta, más que meter mano en el desarrollo de la trama) y el sello HBO, olía a petardazo si lo sabían gestionar bien.
Su primer episodio nos traslada a los años cincuenta norteamericanos, con todo lo que ello supone: segregación racial, odio hacia el diferente, y la sombra del Klan en los escenarios en los que nos movemos en la presentación, e imagino que en el resto de la temporada. Los protagonistas, todos afroamericanos, y bajo la dirección de alguien que ya ha creado productos que denuncian una de las patatas calientes más importantes de la historia americana, nos muestran en algo más de una hora escenas de verdadero terror, que reflejan lo que pasó durante muchísimos años en Estados Unidos (y, por desgracia, sigue pasando), y lo más importante aquí es eso, no el aderezo de ver algunas de las criaturas que H.P. Lovecraft (por cierto, supremacista blanco reconocido) imaginó en sus novelas. Lo que da más miedo en Lovecraft Country no es el monstruo de turno, es el racismo arraigado en buena parte de Norteamérica.
Aun superando la hora, lo cierto es que el ritmo es bueno, presentando a sus personajes durante la mayor parte del mismo, y con un tramo final vertiginoso, que te tendrá pegado al asiento todo el rato, pendiente de lo que pasa. He dicho antes que lo importante es la cuestión racial y cómo la aborda la serie. Eso no quita todo el potencial que se atisba en este piloto en cuanto al apartado sobrenatural se refiere. Son tantas las posibilidades que nos pueden llegar a ofrecer en esta serie, que solo de pensarlo ya me dan ganas de ver el próximo capítulo. Y si esta ficción estuviera en una plataforma streaming, creo que estaría en estos momentos viendo la temporada del tirón, en lugar de escribir estas líneas.
Abría este artículo hablando del timing. En una época en la que el lema “Black Lives Matter” vuelve a estar en boca de todos (lamentablemente), es acertadísimo lanzar esta serie, para abordar el tema de lleno y poner en la conversación el racismo y todo lo que ello ha supuesto, y está suponiendo en la sociedad americana. Nos asusta ver lo que muestra Lovecraft Country, tanto la cuestión racial como el elemento sobrenatural, pero si muchos veis la serie y pensáis “qué fuerte que a los protagonistas les pase eso”, acordaos del dicho que reza “la realidad supera a la ficción”. Por todo lo que he dicho, y muchas otras cosas que guardan en el tintero los responsables de la serie, la última recién llegada a HBO apunta a ser uno de los productos más destacados de 2020, por lo que os la recomiendo a todos. Su piloto tiene el nivel suficiente como para afirmarlo con esta rotundidad.