Final Fantasy VII Remake: Midgar cobró vida
No han pasado 84 años como aquella célebre frase de Titanic, pero tampoco ha sido solo un lustro, ya que la historia de este esperado Remake viene de antes de aquel E3 de 2015, todo empezó con una demo técnica de la PS3 que empezó a ilusionar a los fans de “Final Fantasy” de tener una nueva versión de la séptima entrega de la saga sin contar con las limitaciones que muy a su pesar tenía la PlayStation original. Este mes de Abril, en plena pandemia, ha llegado el momento en el que poder revivir el origen de las aventuras de Cloud y compañía con un remake que no ha estado exento de polémica.
Antes de meterme de lleno en mi opinión sobre este Final Fantasy VII Remake, quiero poneros un poco en situación sobre lo que significa el original para que entendáis porque ha día de hoy, es considerado una leyenda dentro del mundo de los videojuegos y una de las obras más relevante dentro de su industria.
Tenemos que pensar en la situación de 1997, con Sony sacando su primera consola queriendo pelear de tú a tú con Sega y Nintendo. La compañía aprovechó las tiranteces entre Nintendo y Squaresoft (fruto de que el hardware de la Nintendo 64 no daba para poder desarrollar el proyecto tan ambicioso que tenía en mente Square) para llevarse a su nuevo producto una de las sagas de cabecera de su competencia. La séptima entrega era un nuevo punto de partida para la saga Final Fantasy, habían abandonado su plataforma histórica y tocaba tanto buscar una nueva base de jugadores como mantener la actual … y se enfocaron en el mercado internacional. Final Fantasy VII es juego que prácticamente trajo a los JRPG a occidente, abandonando muchas de las señas de identidad de sus predecesores por el camino (como por ejemplo la ambientación de fantasía medieval que tienen los seis primeros juegos y que no volvió hasta la novena entrega), pero sin perder la magia y el encanto que poseía la saga.
Siempre se suele tener cariño a los comienzos y sin Final Fantasy VII la saga no habría tenido ni de casualidad el impacto que tuvo a nivel mundial de la que dispone hoy en día. Normalmente son el IX, el VI o incluso el X los mejor valorados por los fans (luego hay seres anarquistas como yo que defienden el IV como el mejor de toda la saga), pero aunque a mi me parezca el más redondo de la época de la PSX, es evidente que el título disponía de unas carencias técnicas más que evidentes comparándolo incluso con el resto de entregas de esa generación. Hay un trecho muy grande entre lo que querían contar y lo que podían contar … y es aquí dónde entra el Remake.
En la entradilla digo que el remake ha sido polémico, sobre todo por el hecho de fraccionar la historia original en varios juegos. En el sistema de combate no me voy a meter aquí, porque a estas alturas ya he asumido que no vamos a volver a ver un “Final Fantasy” con combates por turnos, pero aunque a niveles técnicos entiendo que un juego a la escala y la ambición con la que sueñan los fans sería inviable sin contar con un ordenador de la NASA, si que me daba miedo que una Square-Enix con mala fama a la hora de desmenuzar sus sagas (ejem ejem Kingdom Hearts) dividiera la historia original de la mano de Tetsuya Nomura, persona que la última vez que metió mano en el universo de Final Fantasy VII fue con la infame película Advent Children contribuyendo a la imagen del Cloud emo y antisocial que nunca fue en la historia original pero que ha quedado dentro de la memoria colectiva.
Me mosqueó esa división en la que querían vender como un juego totalmente independiente la parte introductoria de la historia, porque a niveles prácticos, toda la parte de Midgar era una introducción a los personajes y a una ínfima parte del conflicto que presentaba la trama global. Cuando lo rejugué el verano pasado, tardé 6 horas en llegar al final de lo que es el remake … en una historia de 60. No sabía cómo podía acabar esto bien de manos de Square-Enix y un director para el cual recoger 300 cangrejos en una isla es considerado como forma válida de alargar la duración de sus juegos. Me temía un despropósito mayúsculo, pero contra todo pronóstico ha sido lo contrario.
Este Remake no ha buscado alargar esas 6 primeras horas del juego de 1997, ha buscado expandir con aquello que no se pudo contar en su día porque eso era una introducción: le han dado vida a Midgar, ha pasado de ser un decorado a ser de verdad una ciudad. Ya en el original chocaba porque se alejaba mucho de arquetipo de ciudad vista en el género, era una metrópoli steampunk que rebosaba un carisma y un interés el juego no era capaz de satisfacer; 23 años después ya hay medios para poder hacerlo.
Y es aquí dónde quiero matizar un poco mi párrafo anterior y el título de la propia entrada, ya que muchas veces en los videojuegos entendemos como “vivos” mundos abiertos cuyos NPC actúan como personas y en los que tu pareces una pieza más dentro del puzle que el centro de universo; pero es que este Final Fantasy VII Remake es muy pasillero y prácticamente te vuelve en el centro de universo en cada fase en la que estás. Pero pese a esas contradicciones, la vida de Midgar no reside en eso, está en la propia recreación: en llegar al Sector 7 y ver la plancha de la plataforma tapando el cielo, en pasar al lado de un televisor y escuchar la propaganda de Shinra, descubrir personajes que eran meros piés de página en el original tenían sus pasados y sueños; un sin fin de pequeños detalles llevados de forma magistral a ritmo de una trama que debe ser lineal porque hace dos décadas era así.
Otro nivel que me parece un acierto es como han implementado las secciones más abiertas, ya que están metidas de forma muy inteligente haciendo el juego sepa perfectamente cuando se puede tomar un respiro y dejarte disfrutar de la localización de rigor y cuando debe pegar un acelerón y volver a lo es realmente importante. No han inventado la pólvora, pero el limitar estas actividades a momentos concretos de la historia ayuda mucho a no perder el hilo de lo que están contando porque tenías que buscar 3 gatos. No es que las misiones estén mucho mejor escritas que el desastre de secundarias del Final Fantasy XV, pero están de largo muchos mejor estructuradas dentro del juego que aquellos NPC random que te enviaban a hacer siempre lo mismo solo que en distintos puntos del mapa.
El sistema de combate también es otro aspecto en los que este remake supera al anterior juego de la saga, ya que a mi me parece más que evidente que lo que han implementado en este remake es lo que querían haber hecho para el XV pero se quedó a medias. Sí, te pasas medio combate pulsando una misma tecla, pero es inteligente a la hora de mezclar elementos como las magias, el BTC o el sistema de vulnerabilidades del XIII (los combates de esta infravalorada entrega a mi me sigue pareciendo la evolución lógica del sistema de combate clásico) con el Action-RPG de la saga Kingdom Hearts. Como fan adoraría una nueva entrega que volviera a esos frenéticos turnos con BTC de hace 20 años, pero creo que ya es hora que reconozcamos que si la saga quiere seguir siendo la referencia del JRPG de cara a un público menos de nicho, hay que hacer estas concesiones, más cuando nos regalan un sistema tan currado como el de esta ocasión.
Hay otros aspectos que también hereda de otras entregas, como son las habilidades de las armas (del IX) o un sistema de mejora de las mismas que mezcla las mejoras de nivel de XIII con una especie de tablero de esferas simplificado del X. Este remake añade grandes aciertos que ha tomado la saga en su evolución a lo largo de los años, a un sistema de materias que sigue funcionando a la perfección aunque hayan pasado más de dos décadas.
De todos modos no es oro todo lo que reluce, ya que hay varios aspectos mejorables, comenzando por apartado gráfico cuyo contraste llega a ser incomprensible, pasando de una calidad cumbre dentro de esta generación a unas texturas planas o NPC que parecen copiados literalmente de un juego de PS2. También, a nivel de trama hay algunos añadidos que rozan lo innecesario pero que creo en términos generales no ensucian el juego y que ya trataré más adelante.
En resumidas cuentas, este Remake me ha dejado contento en todos los sentidos, porque ha sabido que es lo que debía hacer y ha logrado aprovechar los medios actuales para darle un trasfondo a una parte de historia con el cual hace años no se podía ni soñar. No tenía ninguna esperanza en Square-Enix, pero me han cerrado la boca y como seguidor de “Final Fantasy”, me alegro de que hayan logrado traer de vuelta a la vida uno de los título más míticos de la saga.
Los que leéis el blog con asiduidad y me conocéis sabéis que ni de coña suelo escribir textos tan largos, pero lo más gracioso es que esto ni siquiera es el final. Antes he puesto que hay cosas de las tramas que no me terminaban de gustar y que trataría más adelante, pues bien, siguiendo las enseñanzas de Square-Enix y Nomura se van a ir a una segunda parte. Fuera de bromas, lo hago por dos motivos: el primero que juntando ambas va a quedar un artículo treméndamente largo y el segundo que mi idea en el siguiente es hablar sin tapujos de aspectos de la trama general tanto de Remake como del original. Habrá spoilers de ambos y para evitar que alguien se destripe ciertos momentos tanto de un clásico como de un lanzamiento, me parece mejor recluir toda esa parte en una entrada inependiente.