Crítica: Joker
Esta recta final de año tiene algunos estrenos de lo más destacados. Algunos más comerciales, como podría ser el lanzamiento de la parte final de la saga Skywalker, y otros que quizá no entren en la categoría de blockbuster, pero que también han estado causando revuelo durante meses, por todo lo que supone. Joker es la película de la que todo el mundo ha hablado, que ha dejado huella incluso antes de proyectarse de forma oficial en los cines a lo largo y ancho del globo, y que ya ha obtenido galardones, como el mes pasado el León Dorado en Venecia a mejor película. ¿Realmente es para tanto? ¿Es merecido todo este impacto?
Respuesta rápida: sí, lo merece, para qué os voy a engañar. Sería injusto no decir que estamos ante una de las películas de 2019, para bien o para mal. Solo el archienemigo de Batman podría causar que la propia productora tuviera que salir a la palestra para dejar claro que se trata de una figura ficticia, y que no están promoviendo la violencia a la que asistimos en las dos horas y algo que dura la cinta, y que el Joker no es real; o que incluso el FBI prohíba a la gente asistir a los pases de la película caracterizados con máscaras de payasos o las caras pintadas para no crear pánico innecesario, o dar pie a que un loco arme un follón que acabe en tragedia.
Y tiene gracia que estemos ante la mejor película de DC hasta la fecha, y que no gire en torno a uno de sus héroes. Joker no está per se dentro del universo creado con películas como El Hombre de Acero, Batman v Superman, La Liga de la Justicia, Wonder Woman, etcétera. No va a participar en futuras entregas del justiciero de Gotham, no le veremos causar estragos a los héroes de DC, pero la película sí lleva el sello DC. Si echáramos mano de la mitología de la editorial, bien podría ser una de las múltiples versiones de nuestra Tierra que existen en el multiverso, o incluso una historia previa a todas esas cintas creadas para tratar de conformar un conjunto de películas similar al de Marvel. No necesitamos ver a este Joker de Joaquín Phoenix contra el futuro Batman de Robert Pattinson, porque esta película es una joya y no necesita apoyarse en un héroe para crear una historia brillante e impactante a partes iguales.
Porque asistimos a cómo Arthur Fleck es consumido por sus demonios internos y su locura hasta convertirse en el villano que todos conocemos, o creíamos conocer, hasta el lanzamiento de la cinta dirigida magistralmente por Todd Phillips. Algo lenta al principio, se cuece a fuego lento para acompañar al espectador a un viaje desalentador, triste, decadente y perturbador, en el que no hay un lado bueno ni una moraleja positiva de esta historia. Estamos ante el relato del descenso a los infiernos definitivo de un demente, por lo que no hay margen para una cinta con tintes felices o sonrisas, por mucho que el eslogan de la película, Alegra esa cara (Put on a happy face en versión original) nos aliente a ello. Además, nos muestra una cara de Gotham que creo que muchos tenemos como la verdadera: sucia, dejada, criminal, problemática, peligrosa. El trabajo que hay detrás para transportarnos, no solo a la mente destruida de Arthur, sino también a la mítica ciudad de DC, es magistral.
Y bueno, no iba a cerrar mi crítica sin hablar de Joaquín Phoenix. Su interpretación merece un Oscar, así de claro. No me sorprendería que le dejaran sin premio, porque la gente que da los premios (tanto en cine como en televisión) tiende a dejar de lado estas producciones para los grandes galardones, pero tanto a nivel de película como a nivel de interpretación individual, Joker merecería llevarse la estatuilla en ambos casos, in my opinion. Cómo Phoenix ha abrazado la locura de Arthur, tanto literal como figuradamente es impresionante, a la par que espeluznante, algo que podemos comprobar solo con echar un vistazo a su cuerpo y el cambio radical al que se ha sometido para dar vida al payaso. Y bueno, qué decir de la risa; es algo que tenéis que ver y vivir, sinceramente. Nada de lo que dijera yo le haría justicia a las dementes carcajadas de Arthur.
Para los que no sois fans de todo este grupo de películas de gente con mallas dándose de tortas para salvar el mundo, deciros que Joker no va de eso, y que no está directamente conectada con todos ellos. Podéis verla sin necesidad de ver el resto, y está pensada para ello. Y es una de las mejores películas de este año, si no la mejor. El giro a la locura de Arthur Fleck es un viaje al que merece la pena asistir, porque es una obra brillante y espeluznante a partes iguales.