Review Agents of SHIELD: Toldja
Ya ha pasado una semana y creo que poco a poco he ido superando el bajón que me dió el episodio anterior ante tal cantidad de potencial desperdiciado de la forma más tonta y absurda posible. Tras un capítulo que aparentaba ser algo distinto, ahora sí que sí la serie retoma su cauce habitual intentando avanzar un poco en cada uno de sus hilos argumentales.
Aunque se hayan tratado todo, como soy un vago voy a empezar por lo más breve y así me lo voy quitando de encima para explayarme donde verdaderamente está la sustancia ésta semana, que es en la tierra, así que me perdonen Fitz-Simmons pero ya tuvieron suficiente protagonismo la semana pasada y en esta aunque haya ocurrido una cosa significativa a parte de eso no hay mucho que contar.
Lo último que supimos de la pareja es que con la ayuda de Enoch escapaban de los Cromicron, pues bien, la huida es a media porque acaban atrapados en Kitson, donde son apresados por el mafioso dueño del planeta, pues no guarda un grato recuerdo de los terranos que hicieron trampas en su local y provocaron una pelea con mercenarios intergalácticos. Ambos son condenados a participar en una afortunadamente “amañada” apuesta en la que tienen que evitar que una guillotina … en fin… haga su trabajo; digo afortunadamente amañada pues una nueva jugadora aparece en la serie y convence al mafioso de turno de venderle a Fitz-Simmons a cambio de una buena cantidad de dinero y no acabar con un cuchillo en la columna. Ahora bien ¿Quién es esta mujer? Pues se llama Izel y necesita a un par de Terranos para encontrar unos objetos que la han robado y que se encuentran en la tierra. Creo que se puede asegurar que tiene relación con lo que ocurre en la tierra, la pregunta ahora es ¿Es la creadora de los seres cuya llegada profecita Sarge o bien va detrás de él y algún tipo de tecnología que pueda haber robado? En otro orden de cosas, Enoch se despide para buscar un nuevo hogar para su raza.
Momento de ir a lo gordo del capítulo, con el equipo de S.H.I.E.L.D recuperando miembros y una situación de superioridad sobre Sarge y su grupo, quienes están encerrados bajo su custodia. Queda patente desde el primer momento que tener un clon de Coulson en las instalaciones va a ser un quebradero de cabeza para Mack, quien ya de primeras ve peligrar su puesto de poder ante la vieja cara de su mentor, quien directamente le advierte de que cuando acabe el día él será quien mande en S.H.I.E.L.D. Muy inteligentemente el episodio juega a que eso se deberá a la lealtad que le profesaban al auténtico Coulson (lo cual honestamente habría sido ridículo) y esconde muy bien la verdadera causa del cambio de roles: su conocimiento sobre el enemigo.
Todo el episodio hasta el tramo final es ensalzamiento a las formas de S.H.I.E.L.D y al trabajo de Mack como líder: Mack convence a Deke para que se una a la causa y utilice la tecnología de Sarge, May y Yo-Yo atrapan a sus objetivos de forma impecable, Daisy frustra el intento de escape de Jaco … todo va bien, y cuando algo va tan bien es porque algo va a ir rematadamente mal y tanto Sarge como el espectador lo saben. En cuanto juntan a los dos huéspedes de Shrikes todo se va rápidamente a la mierda en el Zephir poniendo en peligro tanto a la tripulación como al resto de mundo pudiendo provocar un desastre mucho mayor en caso de liberar la carga; es ahí, donde Mack tiene depender del conocimiento de Sarge de los Shrikes a cambio de su libertad y su equipo … convirtiéndose no en el líder de S.H.I.E.L.D, en la voz de que sabe lo que hay que hacer para poder vivir un día más: matar al enemigo.
Y con este cambio de roles en S.H.I.E.L.D y la sensación de que en un futuro próximo se va a enlazar definitivamente todo, nos despedimos hasta la semana que viene con la primera parte de un episodio doble.