Review Black Mirror: Rachel, Jack and Ashley Too
Igual que vino se fue la tercera temporada, dejando en Netflix únicamente tres episodios y una sensación general algo agridulce, fruto en parte del siempre temido desgaste. Tras este regreso “a la antigua” de la serie, es el momento de ver que nos ha dejado atrás esta entrega final.
Nos encontramos ante un episodio extraño, que sinceramente al acabarlo lo primero que piensas es “Esto no era un episodio de Black Mirror”. En cierto sentidos comparte elementos comunes de la serie, como es el utilizar la tecnología como elemento central de su narración; sin embargo la forma en la que la usa es radicalmente opuesto a lo habitual: mientras que tradicionalmente la ficción cuenta su historia mientras que en paralelo la relaciona con algún elemento ligado a la tecnología, en este es simplemente el Deus Ex Machina que se sacan de la manga para que avance la trama. Está ahí, pero de una manera distinta y el tono “familiar” y algo más light (incluso se permite varios momentos cómicos) tampoco ayuda para que se sienta una obra poco familiar para quienes seguimos Black Mirror.
El episodio nos presenta dos hilos, uno formado por una cantante pop de éxito que se siente insatisfecha por su carrera y por las concesiones artísticas que debe hacer por obligación de su manager y el otro formado por la relación entre dos hermanas dentro de una familia rota tras la muerte de la madre de estas. Ambas historias se entrelazan al ser una de ella fan incondicional de la cantante y el lanzamiento de un pequeño robot con la personalidad de la artista. No es una premisa del todo incoherente dentro de la estética de Black Mirror y por lo general la parte más humana del argumento termina siendo el eje central del episodio, pero en esta ocasión queda todo el arco tecnológico en plano tan alejado que podría pasar como un capítulo de cualquier otra serie de ciencia-ficción antes que de Black Mirror. No me malinterpretéis, pues esta temporada es el puro ejemplo de que la ficción necesita un lavado de cara ya que la mayoría de las ideas que nos proponen “recuerdan a”; sin embargo no me parece que el cambio mostrado en esta ocasión haya sido a mejor.
La historia no es mala, el capítulo guarda alguna que otra sorpresa y por lo general casi todo el cast cumple con su labor (sí, incluida Miley Cyrus); no se le puede achacar absolutamente nada, pero el ser bueno no hace que se sienta un capítulo natural dentro de su propia serie (y estamos hablando de una ficción que no le hace ascos a experimentar). Se agradece que Charlie Brooker quiera cambiar un poco con la tónica general de su serie, pero no quita que parezca ante todo un intento fallido.