Pilotos: City on a Hill
A día de hoy, no pondría a Showtime como una de las cadenas de referencia en el panorama televisivo norteamericano. En su momento, con Homeland como principal baluarte, puede que lo fuera, o al menos entraba en las categorías más destacadas. O incluso con Dexter, pese a su funesta recta final. Penny Dreadful fue una serie de culto que arrastró a muchos seguidores, con un gran elenco y una historia de lo más interesante, pero tampoco fue algo que arrasara a nivel mundial. Shameless ha pasado a ser la más veterana de todas las que ha emitido la cadena, pero está lejos de su mejor nivel, y creo que lleva pidiendo la hora desde hace bastante tiempo. Puede que, en estos momentos, su principal baza sea Billions, con un trío protagonista excelso, y por eso se les nota demasiado que se la quieren jugar con City on a Hill, el último lanzamiento de la cadena.
Es muy evidente lo que quieren hacer aquí. Quieren volver a entrar en la conversación, quieren entrar de nuevo en el juego de la televisión de calidad. Las plataformas streaming están comiendo el terreno de las cadenas de cable más potentes desde hace unos años: HBO de vez en cuando saca algo destacado, FX más de lo mismo, AMC es prácticamente una cadena zombi, y el declive en Showtime creo que es más que evidente; quizá sea la cadena de estas cuatro que he mencionado a la que peor le ha sentado el paso del tiempo, bien sea porque sus grandes baluartes han ido terminando o deteriorándose, o porque no ha dado con la tecla con sus estrenos durante estos últimos años. Sea como sea, nos encontramos con City on a Hill, que representa el intento de Showtime de regresar a un puesto privilegiado en la mesa principal televisiva.
No obstante, las sensaciones que me deja el piloto son bastante malas. No calificaría el primer episodio de la ficción con un suspenso, pero sí con un aprobado raspado. Juegan en su contra la excesiva duración del mismo (algo más de una hora) y la lentitud en la que nos presentan la trama y los personajes, llegando en muchas ocasiones a aburrir al que está viendo el episodio. Hay fases que rozan el tedio absoluto, y dice muy poco de un proyecto ambicioso, por el nombre que lo encabeza (Kevin Bacon), por el tono de la ficción en todo momento (duro, frío, hosco, gris), y por la historia que nos quieren contar, la enésima prueba de que Estados Unidos tiene un sistema legal bastante deficiente. La época es a finales de los ochenta, pero es como si estuviéramos viendo una serie ubicada en nuestra época. Son treinta años de diferencia, pero muchas cosas no han cambiado tanto. El personaje de Kevin Bacon es un agente del FBI alcohólico, drogadicto, infiel, borracho, y diría que bueno en su trabajo, pero es pronto para juzgarlo. Vamos, algo que nunca hemos visto en ninguna otra serie, ¿verdad?
Entre el elenco he encontrado alguna cara conocida, como Jonathan Tucker, actor que deberíais ver en su excelente papel en Kingdom, ficción desconocida completamente en nuestro país pero que es una auténtica joya escondida; Mark O’Brien, que participó en la brillante Halt and Catch Fire de AMC (una de los últimas grandes series de la cadena, por no decir la última); o Kevin Chapman, al que muchos conoceréis por dar vida a Lionel Fusco en Person of Interest, otra joya televisiva.
Y decía arriba proyecto ambicioso, porque creo que intenta asemejarse a obras maestras de la televisión como The Wire o The Shield, y eso es muy peligroso. Es complicadísimo igualar estas producciones, porque años después de que hayan terminado, son símbolos de la televisión de calidad. En ciertos momentos, creo ver intentos de enfocar la serie hacia una de esas dos, aunque dudo seriamente que alguna vez alcancen el ritmo endiablado de la de FX, porque es imposible, básicamente; y no hablemos de The Wire y todo el mensaje que deja detrás de cada temporada, plano o conversación. Es injusto que haya mencionado a estos dos gigantes en un artículo sobre el piloto de una ficción que acaba de lanzarse, pero creo que hay que ser consecuente con lo que nos muestran, y creo que Showtime se ha lanzado al vacío con un paracaídas de segunda mano, que tiene más de una tara y no asegura que se vaya a abrir cuando llegue el momento, por lo que el golpe de realidad puede ser demoledor.
Si no quiere ser devorada por los clichés tan habituales del género, además de por su propia ambición de querer ser algo más de lo que creo que puede aspirar a ser, City on a Hill debe redirigir el rumbo de lo que quiere contar, e intentar obtener una personalidad propia que la haga un producto diferente y diferenciado dentro del mundillo televisivo, para así convertirse en lo que Showtime pretende que sea (o al menos esa es la sensación que me queda tras el piloto): una de las series más importantes de este verano. Por ahora, no tiene pinta de que vaya a conseguirlo.