Riverdale: que me pasen lo que se fuman
En cuestión de diez días aproximadamente se acaban muchas de las series que sigo semanalmente. Eso tiene sus cosas buenas, y sus cosas malas. En la balanza, el final de temporada de Riverdale considero que lo puedo catalogar en la categoría de cosas malas, porque voy a echar de menos la serie. Hace cosa de dos años y medio aproximadamente, empezó su andadura en The CW, y me entretiene como el primer día.
No os voy a mentir. Riverdale está lejos de ser la mejor serie actualmente en la parrilla televisiva estadounidense. Ni tampoco la incluiría en el top 10, o incluso el top 20, pero a mí personalmente me distrae cada semana muchísimo, y creo que eso al final es lo que cuenta para empezar a ver una serie, o para seguirla durante tantos meses como duran este tipo de ficciones. Sin ir más lejos, solo hay que ver la controversia generada con la temporada final de Game of Thrones, una serie hecha para cubrir una cuotas más altas, tanto en lo referente a calidad como a púbico al que se dirige. Ella sola ha construido su fama año tras año, hasta encumbrarse como una de las producciones de referencia del panorama televisivo actual. Todos están pendientes de lo que sucede en la serie, incluso aquellos que no la siguen la comentan, bien por acción o bien por omisión. ¿Qué está pasando ahora? Pues que es imposible contentar a todos los fans. Bien por unas razones, bien por otras, siempre habrá alguien que salga decepcionado, algo que los creadores de la serie sabían antes de llegar al final, aunque es cierto que las formas escogidas para cerrar la ficción son, cuanto menos, mejorables. Esto con Riverdale no pasa.
Riverdale es un placer culpable, un guilty pleasure si preferís el término en versión original. Como tal, se permite muchas licencias en cuanto a decisiones creativas, coherencia, ritmo y giros de guion que otras producciones no pueden permitirse. ¿Verónica ya no está con Archie y elije a otro? ¿Cuál es el problema? Si todos sabemos que en unos episodios volverán a estar juntos. ¿Que el malo malísimo parecía muerto y luego sobrevive? Vaya cosa. En Riverdale no están descubriendo la penicilina. La fórmula de los placeres culpables ya se ha visto durante muchos años en muchas otras series, pero ésta en concreto tiene algo que la hace diferente a los demás, al menos para mí. Todas las paranoias que nos meten cada año en esta serie de The CW me enganchan cada semana, y me mantienen pendiente de lo que les sucede a los jóvenes de la ciudad, que son capaces de hacer cosas más típicas de adultos. Pero eso es otro de los sellos de estas series, no nos engañemos.
Que Jughead o Betty sean más efectivos ante los criminales y psicópatas de Riverdale que la fuerza policial de la ciudad entra dentro de los parámetros del placer culpable. Una policía, por cierto, que dirige un ex criminal como es FP Jones, que te hace dudar de los estándares requeridos para un cargo de semejante importancia y lo fácil que parece ser llegar a ese puesto. Que Verónica consiga ser una magnate sin haberse graduado todavía en el instituto es lo habitual. O incluso que el tonto del bote de Archie acabe siendo el dueño de un gimnasio y encaminando su vida hacia el boxeo también es un proceso “lógico” dentro de la evolución del protagonista más inútil de la historia de las ficciones televisivas. Incluso tienen los arrestos de marcarse su propio “Jump the Shark“, pero con un oso (¿lo podemos acuñar como “Jump the Bear“?).
Aún con la primera entrega de la serie en marcha, escribí un artículo analizando la figura de Archie como el personaje principal de Riverdale, y ya comenté la escasa relevancia que tenía dentro de su propia serie. Dos temporadas después, estamos en las mismas. Reconozco que ese paso hacia un tono más gris de su carácter me gustó, con toda la trama del correccional y su cruzada contra Hiram, pero es que todo lo que hay a su alrededor acaba por engullir sus propias tramas, y deja en evidencia que te importa más ver lo que pasa con el psicópata anual de Riverdale que lo que le pasa a él. Siguen transmitiendo la sensación de que no saben muy bien qué hacer con su rol en la ficción, y eso me preocuparía más, si el resto no lo compensara.
La ida de olla de este año con toda la trama de Griffins & Gargoyles creo que ha conseguido superar todo lo visto hasta el momento, junto con todo lo relacionado con la Granja y Edgar Evernever. Los dos villanos, el Rey Gárgola y este líder de secta, nos han dejado momentos de auténtica majadería, y ya es decir, viendo los precedentes con el Verdugo Negro. Sinceramente, me gustaría probar lo que se fuman en la sala de guionistas mientras escriben la temporada. Tiene que ser mierda de la buena. Y lo mejor de todo es que han conseguido hilar tres temporadas en la Season Finale emitida hace unos días mejor que otras ficciones en toda su trayectoria. Siendo como es, tiene un mérito tremendo, además de marcarse un capítulo realmente bueno para despedir la serie hasta el próximo otoño.
Riverdale no es una serie pretenciosa, y de ahí que logre cada año entretener a mucha gente, porque creo que la mayor parte de los que la seguimos, no le pedimos ni le pediremos lo que a muchas otras ficciones. Simplemente que nos entretenga y nos mantenga pendientes de lo que va a suceder. Además, con ese final de tercera temporada, han dejado un escenario muy interesante de cara al próximo año. Eso sí: que me pasen lo que se fuman.