Crítica: Us
Jordan Peele intenta una obra tan ambiciosa como Get Out, que hace dos años fue un éxito de crítica y público, pero en esta ocasión prescinde del alegato sobre las diferencias raciales y normaliza a una familia negra en una historia clásica de terror. Como director hace un gran trabajo y sigue consolidándose como uno de esos directores a los que hay que seguir. La película es tan angustiosa como entretenida y aunque no voy a recomendarla ferozmente, tampoco haré lo contrario, pues tiene puntos muy brillantes… que desgraciadamente no ocultan todos los agujeros, pero hacen que la sesión de cine no sea una pérdida de tiempo y dinero.
La dirección es buenísima, las actuaciones impecables, el uso de la banda sonora magnífico pero hay algo en el guión que hace que la historia se derrumbe en el segundo tercio de la película. La premisa es muy buena: una familia americana de clase media-alta se ve acosada por unos inquietantes doppelgängers. No se puede explicar mucho más sin rozar el spoiler, además de que este tipo de películas es mejor verlas sabiendo cuanto menos mejor… pero el asunto de esos extraños dobles comportándose de forma rara ya lo habéis visto en el trailer.
No se explora tanto el miedo del susto fácil como la angustia, la desesperación y el terror psicológico. Es bastante sangrienta, pero no gore. Los personajes son creíbles y la acción transcurre de forma verosímil dentro de la lógica de la película, hasta que llegado un punto comienzan a pasar cosas que no tienen sentido. El mayor problema es el intento de explicar más cosas de las que serían necesarias. Peele hace una de las cosas que más odio que hagan los guionistas: decir las cosas muchas veces por si el espectador es estúpido. Para colmo el guión quiere dar demasiadas respuestas y algunas ideas se ahogan en esa obsesión por dar respuestas que no hacían falta.
La mezcla de momentos que intentan ser cómicos (Ophelia, Fuck the Police) con alusiones a temas de actualidad no termina de funcionar. Hay cosas muy buenas, como es madre que dice a su hijo que los malos son los terroristas y los pervertidos cuando en realidad, tal como vemos después, los malos no son Los Otros, sino Nosotros.
Lupita Nyong’o hace un trabajo sensacional, posiblemente es ella quien más destaca, aunque su marido en la ficción Gabe, interpretado por Winston Duke (Black Panther). Por su parte, Elisabeth Moss está brillante, como siempre.
Voy con un par de leves alusiones a la trama que puede dañar a los muy sensibles a los spoilers: el deseo de una trama profunda fracasa en un intento de abarcar demasiados conceptos: conspiraciones gubernamentales, misión mística, castigo divino, el alma imposible de duplicar. Tocamos el terreno de la ciencia ficción, también tenemos algo de giros sorprendentes, más las persecuciones, las transformaciones de personajes que aceptan convertirse en monstruos y todo lo que subyace de la lucha de los de abajo. Un mar de conceptos demasiado profundos para explicarse en minuto y medio. Sobre todo si se explica mal y a través de un diálogo en una película cargada de sangre, asesinatos y persecuciones. Nos intentan explicar un montón de cosas y lo hacen rápido y mal, casi que hubiera sido mejor no saber de dónde vienen los doppelgängers a que lo cuenten. Es una película de terror en donde no hace falta explicarlo todo, como de hecho no han explicado por qué los doppelgängers actúan como lo hacen. Entiendo que Adelaide es especial, pero de ahí a que la doppelgänger de Kitty decida mutilar su propio rostro antes que cortar a Addy me parece raro, sobre todo cuando un rato después una de las gemelas la ataca sin piedad, desmintiendo cualquier posibilidad de que Adelaide fuera intocable por su conexión con Red o con el mundo subterráneo.
La revelación final es fácil de intuir desde el primer momento, pero aunque es una idea que revolotea en el cerebro de los espectadores no cala tan bien como para ser bien comprendida ni resulta tan novedosa como para sorprender. En general toda la película es fácil de intuir, pero no lo suficiente como para que tenga sentido.