Daredevil: no hay color
Con el complicado año que está teniendo Marvel en Netflix, tras las segundas entregas de Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist (a cada cual más decepcionante, pese a la leve mejoría de estas dos últimas), llegaba Daredevil con su tercera temporada y, claro, siempre está la duda rondando por la mente del espectador precavido sobre si estaría a la altura de lo esperado, o caería en la espiral de decadencia que han repetido los otros Defensores en sus últimas entregas. Eso sí, venía con más crédito que todas estas combinadas, por lo tanto, en caso de decepción, el golpe se hubiera mitigado algo más gracias a las temporadas previas del Demonio de Hell’s Kitchen. No obstante, no ha decepcionado; la tercera entrega de la serie de Matt Murdock es la mejor del año en Marvel Netflix, de lo mejor de este mes de octubre, y probablemente de lo más destacado de este 2018.
Tal y como termina The Defenders, estaba claro que nos íbamos a encontrar con un período de readaptación para Matt, pero no se hace pesado, sino todo lo contrario. Dura lo justo para reubicar al espectador, y poner en marcha la trama de fondo, para arrancar a toda velocidad los acontecimientos de la entrega, que tardan poco en iniciar su desarrollo. Lo más importante de esto es, que una vez cogida la velocidad de crucero, no disminuye en todo el trayecto, salvo un bache con forma de medio episodio flashback, absolutamente innecesario e inútil, que solo supone una breve pausa en un camino absolutamente incendiado, destruido, trepidante y agotador para el bueno de Matt, pero que es una delicia para el espectador.
Sin entrar a analizar más en profundidad los pormenores de la temporada, para evitar los spoilers, no es arriesgado decir que esta entrega es la mejor de Daredevil, mejorando lo emitido hasta el momento en su trayectoria, y era tarea difícil. La temporada debut fue una ruptura con lo que estábamos acostumbrados en cuanto a adaptaciones de superhéroes se refiere, demostrando que se podía elaborar un producto maduro y de calidad, a la par que interesante y que enganchara. La siguiente expandió todavía más el universo Marvel Netflix, con la introducción de personajes como Elektra y Frank Castle (que obtuvo su propia serie), a la vez que preparaba el camino para lo que veríamos en The Defenders. La tercera es tan buena porque los pasos previos son excelentes; es más fácil construir una buena casa si tus cimientos son sólidos y estables, y solamente les vas añadiendo alturas y la decoración pertinente.
Y por cimientos sólidos me refiero a un buen elenco protagonista, con un actor principal que convence completamente en su actuación, y te crees lo que motiva y mueve a su personaje. Unos secundarios que, aunque haya alguno que tenga sus detractores, logran compenetrarse bien y sus tramas aportan al colectivo lo necesario para cohesionar todavía más la narración, no convirtiéndose en meras comparsas de la trama que rodea a Matt, y participando de lleno en todo lo relevante de la historia. Un fichaje de lujo como es Wilson Bethel, que nos regala un agente Ben Poindexter fantástico, y que complementa al gran rival de Daredevil a la perfección; el futuro Bullseye está listo, y su entrada en la ficción ha sido genial. O el propio Ray Nadeem y la relevancia que su personaje tiene, integrándose con naturalidad en la narración y aportando un gran peso a la trama global, determinante durante la misma.
Y claro, el villano. Todo gran héroe necesita un villano a su altura. Daredevil ha tenido a Wilson Fisk cada año, primero con toda la trama alrededor de La Mano, y ya luego por su cuenta, pero creo que cada entrega es mucho mejor que la anterior en este aspecto. Vincent D’Onofrio borda al personaje, y nos ofrece una actuación digna de alguna mención honorífica. Lástima que los señores de los premios consideren que las ficciones de héroes de cómics no están a la altura de producciones con altas pretensiones, que muchas veces se quedan en simplemente eso, series con mucho nombre pero con poco contenido, pero que son nominadas por decreto y porque parece que necesiten ocupar huecos que podrían aprovechar otras mucho más dignas y merecedoras (sí, una de esas que parece estar por decreto es Game of Thrones, pese a lo mucho que me gusta, pero muchas veces ha sido nominada sin merecerlo, más que por engrosar las cifras de nominaciones). Wilson Fisk es la piedra angular de esta entrega, además de la lucha interna de Matt entre abrazar la oscuridad con la que se ha criado y que le ha llevado a ser Daredevil, o buscar la luz y volver al camino justo que trataba de encontrar siendo el justiciero de Hell’s Kitchen. Fisk tiene parte de la culpa de que la tercera temporada de Daredevil sea una pieza televisiva excelente, y tener un villano así se nota y se agradece. Infinity War no hubiera sido lo mismo sin un personaje tan bueno como lo fue Thanos. Las costuras de Jessica Jones se veían en la primera temporada, pero la presencia de David Tennant y su Kilgrave mitigaron esas carencias; en el momento en que desapareció de la ficción, las vergüenzas de la serie aparecieron y, curiosamente, el mejor capítulo de la temporada fue en el que hizo acto de presencia. No hablaré de los rivales que han tenido Luke Cage y Iron Fist, a cada cual más vergonzoso.
Todas son piezas que van encajando y formando un puzle perfecto. Si no tienes todas las piezas, la figura está incompleta. Daredevil ha tenido siempre todos los ingredientes para ser una serie a tener en cuenta, y cada año solo hace que reafirmar que no solo es una gran serie de superhéroes (quizá la mejor), es una gran serie, en general, sin entrar en subgéneros concretos. Solo tenéis que presenciar lo fantástico que es el plano secuencia de esta temporada. Cada año, la serie nos ha brindado grandes momentos con estas escenas, y el nivel era muy alto, pero lo conseguido esta vez supera todo lo visto en entregas anteriores, y lo sitúa entre lo mejor que he visto nunca. Va a sonar fuerte lo que voy a decir, pero el plano secuencia de este año en Daredevil es historia de la televisión. Así de claro lo digo. Una pieza única que invito a todos los que estén estudiando materias relacionadas con el mundo audiovisual a que la vean y tomen nota. Y a los meros espectadores, simplemente, coged palomitas y disfrutad.
Por último, quería hacer referencia a algo que muchos de los que leímos el cómic Born Again sospechábamos que veríamos este año, y más tras ver cómo acaba Matt en The Defenders y la última imagen que tenemos de él. Para los amantes de los cómics, de Marvel, de Daredevil en concreto, o si quieren disfrutar de una lectura de calidad, les recomiendo Born Again, y tenía ilusión en ver algo de lo que vemos en esas hojas plasmado en la pequeña pantalla, siempre sabiendo que había cosas imposibles que aparecían en las viñetas, y que en la serie no íbamos a ver nunca, por unas razones o por otras (un soldado con una voz que podría dar órdenes a un dios…). Pero no ha hecho falta adaptar Born Again al dedillo, a pesar de que hay muchas cosas sacadas de ahí, o inspiradas en el material del cómic. Lo realizado por el equipo de guionistas y productores de este año ha brillado con luz propia, y nos ha ofrecido un entretenimiento de calidad y que engancha un montón.
No sé qué futuro le depara a Daredevil, y más viendo los últimos movimientos de Netflix con las series Marvel, y el inminente lanzamiento de la plataforma streaming de Disney, compañía poseedora de los derechos de los personajes de la Fábrica de las Ideas a nivel audiovisual. Si concluye el camino del justiciero de Hell’s Kitchen aquí, me parece una conclusión más que digna y recomendable para todo seriéfilo y amante de los superhéroes que se precie. Si no, pues estoy convencido de que nos ofrecerán una cuarta temporada a la altura de todo lo visto hasta ahora, o quizá mejor. Si no habéis visto aún la nueva entrega de Daredevil, estáis tardando en hacerlo.