Review The Originals: Between the Devil and the Deep Blue Sea
Tras el gran episodio de la semana pasada, volvemos a Nueva Orleans para continuar donde lo dejamos en el segundo capítulo de esta entrega, con la búsqueda de una Hayley que sigue desaparecida… y cada pista que nos acerca a ella a la vez nos aleja. Y, mientras tanto, Klaus anda suelto, con todo lo que ello supone.
Ya conocemos a Klaus. Nos lo presentaron en The Vampire Diaries como un villano terrible, y quizá sea el mejor enemigo al que hicieron frente los Salvatore durante la serie, quizá rivalizando con la magnífica Katherine. Pero una vez que llegó a Nueva Orleans en su propia serie, no solo le vimos en su hábitat natural, sino que su figura se engrandeció todavía más, si eso es posible. Por eso, me sigue sorprendiendo que los habitantes de la ciudad no tengan claro con quién están tratando, teniendo en cuenta que su brújula moral le ha escupido y ha tirado de la cadena después. Elijah no está para mantener a Klaus en raya, por lo que sucede al final del episodio me sorprende más bien poco.
Completamente desatado, arremete contra las facciones sobrenaturales de la ciudad, para que, motivados por el miedo, las ganas de que se vaya, o todo junto y alguna otra sensación más, busquen a Hayley sin descanso por todos los rincones de la ciudad. Como él dice, su jugada era presionar a todos estos sectores para ver por dónde cedía y focalizar sus esfuerzos en un enemigo que por ahora no está dando ninguna facilidad y está dando muestras de saber lo que se hace. El problema es que si la idea era el caos controlado, con Klaus en el volante eso de “controlado” se puede desvanecer en un instante, simplemente con un estímulo lo suficientemente poderoso como para que el híbrido pierda la concentración y active el modo destructor.
Si a eso le añadimos que tras su encontronazo con Elijah, Klaus está completamente devastado y al borde de la crisis nerviosa (sumando la desaparición de Hayley y su preocupación por su hija), son demasiados elementos con los que hacer malabares en el aire. Por fuerza, alguno iba a caer. Secuestrar a un miembro de cada facción volvía a ser un movimiento hábil, mantienes la tensión y fuerzas todavía un poco más. Pero como decía antes, un estímulo lo bastante potente que le descolocara y le hiciera perder los nervios era más lo único que hacía falta para que diera un paso en falso. Y esto me lleva a Hayley.
Lo comenté, si no me equivoco, en la review del segundo episodio. El hecho de no mostrarnos en ningún momento a Phoebe Tonkin desde su desaparición en la Premiere hace que me dé mala espina todo esto. Hemos visto una y otra vez en esta serie y en muchas otras los secuestros de los personajes principales, o torturas de algún tipo, así que no mostrarnos a la actriz en tres de los cuatro capítulos que llevamos emitidos hace que me mantenga firme en mi postura de que Hayley va a acabar siendo un cadáver más pronto que tarde, y más si evaluamos lo visto en este episodio.
Freak. Filth. Crossbreed. Monstruo. Inmundicia. Mestiza. Palabras muy contundentes que escritas sin duda con la sangre de Hayley, que fue atada con cuerdas espinosas bañadas en verbena y acónito, para luego ver ese estímulo que ya he mencionado: el tatuaje Crescent de Hayley completamente cortado de su cuerpo, como obsequio tras las capturas hechas por Klaus. Estamos ante un rival que sabe cómo actúa nuestro protagonista, sabe pulsar las teclas adecuadas y por ahora lo está poniendo en jaque, y acercándose peligrosamente al jaque mate. Para colmo, todo empieza a cobrar sentido al final del episodio, cuando el híbrido encuentra una moneda…nazi, enemigos que Klaus creía derrotados. Tiene lógica. La obsesión de los nazis por la pureza de sangre coincidiría con ese mestiza que vemos escrito en sangre. Si a eso le sumamos el sadismo que puede llegar a tener un vampiro, y encima nazi, tenemos una combinación de lo más lúgubre para Hayley, que ha pasado a ser una víctima más de la eterna lista de enemigos que ha ido acumulando Klaus durante los siglos. Tengo muchas ganas de conocerlos, porque siempre he pensado que los nazis dan muchísimo juego como enemigos en las historias, solo tenéis que recordar las películas de Indiana Jones.
Entretanto, Freya visita a su sobrina en Mystic Falls, por lo que los que seguimos la serie original volvemos a encontrarnos con la mansión Salvatore, remodelada como escuela. Hope lejos de Nueva Orleans es buena noticia para todos, más que nada por todo lo visto de las consecuencias de los encuentros entre Mikaelson durante esta temporada, pero vamos, no tardaremos en ver de nuevo alguna muestra catastrófica más. Tras lo que supimos de Hope en el segundo capítulo a través de Vincent y la nueva bruja que nos han introducido esta temporada, su tía viaja para ver cómo se encuentra y, de paso, evaluar si realmente es una amenaza potencial o no. Qué queréis que os diga. La pobre muchacha no tiene la culpa de haber nacido con todo el bagaje que hay detrás de su familia. Ya lo comenté en su momento, ese futuro que mostraba las cartas puede ser negativo si ella toma un mal camino, pero en el caso de ir por uno mejor, Hope podría ser alguien muy especial para el mundo. No obstante, ahora mismo es una cerilla acercándose peligrosamente a un charco de gasolina, tal y como se ve al final de su subtrama. Por cierto, un detalle acerca del “chico que suda diamantes”: no os parece un poco… cómo decirlo… ¿ario?
La cosa sigue una semana más a buen nivel, ahora ya con las facciones en pie de guerra ante cualquier amenaza, Klaus y Marcel manteniendo a los vampiros bajo sus órdenes y sin muchos amigos más, pero con Hayley desaparecida aún, así como el enemigo ya identificado, al menos parcialmente. Nos vemos la próxima semana.
PD: Podéis ver en nuestro canal de Youtube el programa sobre el universo vampírico de The CW.