Reviews Agents of SHIELD: The Devil Complex
Estamos ante un episodio magnífico, dirigido por Nina Lopez-Corrado, que ha querido poner un foco algo más introspectivo sobre uno de nuestros personajes favoritos y así recordarnos que una vida entera al lado del mal no se cura con facilidad. No ha sido un episodio de acción y ritmo, sino un guión sólido sobre una base emocional y grandes interpretaciones. Ha sido un episodio de Fitz, aunque hayan pasado más cosas… ha sido todo sobre Fitz.
Fitz quiere cerrar el portal a la dimensión del miedo. Todos quieren cerrarlo, aunque la responsabilidad recae sobre los dos científicos del equipo. Por lo tanto, Fitz sabe que es de vital importancia cerrarlo y sabe como hacerlo. Suponemos que Fitz llega a la conclusión de usar a Daisy después de estudiar la situación durante días. El problema es que se niega a aceptar el único modo posible de solucionar el asunto. Porque el plan implica poner en peligro a Daisy y, quizás, a toda la humanidad. Puesto que él es incapaz de aceptar los peligros que supone hacer lo correcto, su cerebro busca un atajo. Aquí aparece Leopold de Framework, como una ayuda a nuestro Fitz, que es incapaz de tomar las decisiones moralmente dudosas.
El caso es que Leopold no es real, ni siquiera es real al modo del resto de los miedos o anomalías. Este Leopold es una construcción necesaria del cerebro de Fitz. Es una forma en la que su parte más oscura arrastra toda su personalidad obligándole a obrar de forma cruel y quizás peligrosa. El plan maestro de la parcela maligna del cerebro de Fitz es fantástico, incluso contempla obligar al propio Fitz una vez que recupere el control de su mente, amenazándolo a cumplir bajo la amenaza a Jemma. Fitz está seguro de que debe devolver a Daisy sus poderes y convencerla/obligarla a manipular el gravitonium. Está tan seguro que deja que su versión más oscura tome el mando. Posiblemente era la decisión correcta, pues ni Fitz se arrepiente ni Jemma lo censura, pero me cuesta creer que acepten de buen grado poner en peligro al planeta Tierra por culpa de una dimensión terrorífica descontrolada.
El giro final me ha sorprendido y me ha parecido de lo más interesante, pues dota aún de más capas a un personaje que no cesa de crecer y evolucionar. Ademas, nos sirve como recordatorio de que la boda no fue el final feliz de la pareja, sino el comienzo de otra multitud de problemas para Fitz-Simmons. Además, ha sido bonito y esperanzador ver a Deke recordándonos que el amor siempre gana y que un vínculo como el de estos dos personajes no va a romperse fácilmente.
La conversación entre abuela y nieto ha tenido su encanto, ha sido emocionante ver al hombre del futuro hablar de un Fitz muy diferente al que acababa de pegarle un puñetazo.
Por otro lado, Coulson y Hale mantienen un duelo de altísimo nivel. Si los buenos creían estar engañando a los malos, lo cierto es que estaba pasando justamente lo opuesto. Ahora tenemos a Coulson junto a los villanos, pues Hale amenazó con volarlos si Coulson no accedía. También tenemos de vuelta a otro villano, parece que recuperamos un villano por semana. Esta vez ha regresado Anton Ivanov (Zach McGowan), The Superior, el tipo del barco que tenía decenas de copias de si mismo, porque Aida tuvo a bien convertirlo en varias máquinas.
Y aunque ya sospechábamos de las lealtades de Hale, por fin la hemos visto compareciendo ante la Confederación y soltando un Hail Hydra que despeja todas las dudas sobre sus motivaciones.