Review Black Mirror: U.S.S Callister
Ha vuelto Black Mirror, la ya archiconocida antología de Charlie Brooker nos recibe para despedir el año con sus seis nuevos episodios. Al igual que hicimos con la temporada anterior, irán viendo en el blog reviews de los distintos capítulos a medida que los vayamos viendo. Empezamos con U.S.S Callister, un episodio que ya con su estética destacaba en los tráilers e imágenes promocionales por encima del resto.
Arrancamos con una escena con una temática muy del estilo de Star Trek, la clásica misión de la serie en la que conocemos a Robert Daly, capitán de la nave … y C.T.O de una importante empresa relacionada con los videojuegos en el mundo real, en concreto de un videojuego MMORPG de corte espacial. El Robert del mundo real es un ser bastante diferente al que podemos ver en la primera escena: una persona con pocas dotes de liderazgo, que mantiene un trato muy escaso con sus empleados y estos ni le ven como un jefe, en detrimento de su socio Walton, quien parece ser quien controla la empresa de verdad; sin embargo Robert tiene un secreto, una versión privada del juego customizada con la estética de una serie que vendría a ser la Star Trek de Black Mirror de la cual es un gran fan, en la que la tripulación es la gente de su trabajo y con quienes paga las frustraciones de su día a día.
En este día a día entra en escena Nanette, una nueva empleada que se acerca a Robert por admiración a su trabajo. Robert decide incluirla en su versión del juego para que forme parte del resto de personajes, usando el ADN de ella conseguido de un vaso de café. Es aquí donde descubrimos la verdad sobre el otro mundo de Robert, pues los personajes son conscientes que forman parte de un mundo digital y que Robert tiene poderes casi divinos en el juego, mostrando ahí su cara más cruel y despiadada, con una personalidad totalmente alejada a la de su alter ego.
Los personajes de esta versión del juego recuerdan toda su vida antes de estar atrapados en él y su único objetivo ahí es hacer es cumplir las fantasías de Robert, obligados a hacerle feliz a toda costa si no quieren sufrir terribles castigos. A través de Nanette, quién se niega a seguirle el juego, vemos las monstruosidades que les hace a quien no sigue sus deseos. Un ser capaz de torturar psicológicamente a quien le moleste ya sea dentro del universo que ha creado o directamente en el mundo real. A lo largo del capítulo, Nanette va urdiendo planes para intentar escapar del juego de Robert aunque eso signifique la muerte o tener que sacrificarse, chantajeando a la propia Nanette del mundo real para que deshaga de las muestras de ADN y que no puedan volver a quedar atrapados ahí.
Estamos ante un episodio bastante meta sobre el mundo de lo videojuegos, que bajo mi punto de vista (aunque de forma algo extrema) trata muy bien la diferencia entre el jugador como individuo y como elemento dentro de un juego, cómo se corrompe un ser humano al tener el poder absoluto. No me malinterpreten, Robert bajo ningún contexto es buena persona en el mundo real, la única diferencia entre su forma de ser en el juego y en la realidad es que en esta última no puede tomarse la cuenta por su mano y tiene que agachar la cabeza, es consciente de los recuerdos, el dolor y el sentimientos de quienes están encerrados en el código y aún así no duda en hacerles sufrir; como por ejemplo las historias de Walton y su hijo ¿Pero quién no se ha dejado llevar con algún mal día con un videojuego? ¿Supone alguna diferencia con lo que hace el protagonista del episodio?
Muy buen regreso que mezcla la base de los dos peores episodios de la temporada pasada (Playtest y Man Against Fire) y consigue esta vez sacar un capítulo a la altura de lo que se espera de una serie como Black Mirror.