Debates Spammers: House of Cards, ¿mejor con Spacey o sin él?
En nuestro constante intento de seguir innovando y creando más contenido a este proyecto llamado Casa Spammer, se nos ocurrió la idea de añadir una nueva sección que diera pie al debate, acerca de las series o películas actuales, nacida de una publicación de Netflix España hace unos meses con motivo de la aplicación del famoso artículo 155 de la Constitución, aunque obviamente tirando hacia las producciones que podemos encontrar en el servicio streaming. De ahora en adelante, nuestro objetivo es explotar ese post, utilizando en muchas ocasiones las preguntas directamente como son planteadas ahí, pero también incluiremos las nuestras, que se nos vayan ocurriendo o que sean adecuadas a la época en cuestión. Y precisamente abrimos esta sección de Debates Spammers con un tema muy actual y que por desgracia está en boca de todos desde los últimos meses: los casos de acoso sexual en el mundo de Hollywood; en concreto, dos de nuestros colaboradores se centrarán en la marcha de Kevin Spacey de House of Cards, y la pregunta que titula este post, si la ficción será mejor con o sin él.
Mejor sin él (Daniel)
Cuando saltó la noticia del escándalo alrededor de Kevin Spacey, en primer lugar me sentí frustrado, porque nunca es plato de buen gusto ver cómo uno de los actores a los que admiras ha resultado estar envuelto en semejantes asuntos, pero después comprendí que si queremos evolucionar como sociedad, estos pasos deben darse; el abusador no puede salir indemne, y Netflix consideró que en este caso lo mejor era seguir sin su protagonista masculino… pero para algo estaba su protagonista femenina.
En un primer momento, la idea de seguir la ficción sin Frank Underwood me resultó difícil de asimilar; abrimos la ficción con un monólogo suyo a cámara y desde ese instante todos los espectadores supimos que él iba a acaparar todos los focos. Pero poco a poco, iba ganando terreno el gran personaje que es Claire Underwood, interpretada de maravilla por Robin Wright, y que durante los primeros años de la ficción formaba una pareja de escándalo con Spacey en la pequeña pantalla. A medida que la importancia de Francis Underwood crecía en House of Cards, así lo hacía la de Claire, que fue acaparando más y más minutos, con su parte de la trama aumentando cada temporada, sobre todo a partir de la cuarta y en esta última, incluso con algo que solo habíamos visto hacer a Frank hasta hace bien poco: hablar al espectador directamente. De hecho, puede que los mejores momentos de la veterana serie de Netflix en los últimos años los haya protagonizado el personaje interpretado por Robin Wright, aunque la calificación global de la temporada (en especial este año), haya sido más bien discreta.
No obstante, sabiendo que House of Cards terminará con su sexta temporada, que será más corta, y que Claire será el foco de atención principal, son motivos suficientes para pensar que la despedida de la serie estará a la altura de las circunstancias, probablemente incluso superando lo visto en este último año, y quién sabe si convirtiéndose en una de las mejores de la serie en general. Uno de los principales problemas que le veía en muchas ocasiones es que les lastraba contar la trama en 13 episodios, por lo que la reducción del número de capítulos les puede beneficiar. Y si encima tenemos a Robin Wright y su personaje comandando la nave por última vez, no me cabe duda de que disfrutaremos. Quizá la marcha de Spacey suponga un palo para House of Cards, pero tras ver la evolución del personaje de Claire durante cinco temporadas, lo asombrosa actriz que es Robin Wright, y que es la temporada final, me da a mí que no le vamos a echar mucho de menos.
Peor sin él (María)
Dos preguntas: ¿es Kevin Spacey un mal tipo?, pues sí, todo indica que es un pervertido y un tipejo repugnante; la segunda pregunta es la siguiente ¿puede House of Cards continuar sin el actor que ha soportado el peso de las cinco temporadas de la serie?, lamentablemente la respuesta es no. El comportamiento de Kevin Spacey es deleznable y espero que tenga graves consecuencias para él, pero reconozco que es una lástima que House of Cards también sufra las consecuencias de los actos de este tipo. La serie va a continuar, sus trabajadores van a cobrar sus salarios y nosotros tendremos un cierre… pero no será un cierre a la altura, no será la despedida que merece una de las series pioneras del camino que está tomando la ficción contemporánea.
Spacey es un mal tipo, pese a que le haya dado a Netflix la primera gran serie de la plataforma. Tampoco importa que el actor, ganador del Oscar, haya sido nominado cinco veces como actor principal en serie dramática en los Premios Emmy. Las acciones de Spacey no pueden ser pasadas por alto y por tanto hacen bien en despedirlo, pero no nos engañemos, despedirlo a él significa despedirnos de la magia y de la fuerza de la serie, pues House of Cards ha sido un éxito debido al carisma de Frank Underwood, al igual que The Sopranos descansaba sobre los hombros de Tony o Breaking Bad sobre los de Walter White y esto no significa que Robin Wright no sea magnífica actriz, simplemente ella no es House of Cards.
Robin Wright es una gran actriz que ha cumplido con creces año tras año mientras su personaje ganaba protagonismo. Su trabajo es admirable, pero la serie no va sobre Claire, no es su serie y aunque nos encante pensar que los protagonistas son un matrimonio de manipuladores, la verdad es que no es así y los espectadores lo sabemos. El protagonista siempre ha sido Frank y la marca de la serie siempre han sido su punto de vista, su mirada sobre las cosas, sus inquietudes y sus ambigüedades. La particular visión de Frank es la esencia de House of Cards y a sólo ocho episodios del final nadie puede hacerme creer otra cosa.
Los guionistas son buenos, pero no son lo suficientemente buenos como para reescribir una temporada que ya había empezado a rodarse con Kevin. En tiempo récord se han visto obligados a cambiar la historia para darle a Claire un peso que probablemente no pueda aguantar, no porque la actriz no sea buena sino porque argumentalmente es insostenible plantar un arco final tras una transición tan forzada desde un punto de vista a otro. Más que una temporada final parecerá un epílogo, un epílogo muy forzado y escrito con prisas que evidentemente no puede salir bien.