Cancelación de Dirk Gently, ninguna buena obra sin castigo.
Mientras productos sin alma que son copias veladas o directas de otros productos sin alma se renuevan indefinidamente, la creatividad es castigada. En un panorama televisivo obsesionado por repetir fórmulas y alargar productos agotados hasta la extenuación, seguimos sumando zombies, ampliando el mundo de superhéroes hasta lo absurdo y añadiendo dramas que olvidamos en cuanto termina el capítulo. Los datos de Dirk Gently’s Holistic Detective Agency no eran excelentes, pero ojalá lo hubieran sido, porque lo que vemos y elegimos ver dice mucho de la sociedad en la que estamos.
En la televisión todo lo mueve el dinero… en todas partes todo lo mueve el dinero y en la televisión también, por eso si una serie no genera los suficientes beneficios económicos es cancelada sin atender a criterios artísticos o de calidad. En televisión, los ingresos publicitarios llegan de forma directa con los molestos cortes con anuncios y también de diversas maneras indirectas: entre otros tenemos la publicidad encubierta; la mercadotecnia o la imagen de marca que hace que paguemos por una plataforma u otra, porque la consideramos mejor. Si esto no funciona, ya pueden estar emitiendo la mayor obra de arte de la historia que será cancelada sin pestañear y es por eso, que la culpa de la cancelación de Dirk Gently’s Holistic Detective Agency no es de la BBCA, sino de vosotros, enemigos míos, que no la veíais.
Dirk Gently no es la mayor obra de arte de la historia, pero al menos tenía cierta pretensión de hacer algo de arte, de crear cosas distintas, de sorprendernos con ideas novedosas y hacernos soñar con realidades mejores, que es, al fin y al cabo, para lo que existe la ficción. En cada episodio se nota el trabajo de decenas de creativos que han ido dando cuerpo a cada pormenor con cariño y dedicación y eso, en una época en la que abundan los productos vacíos realizados únicamente para ganar pasta, tiene el doble de mérito.
La audiencia no se mide por las personas que bajan la serie de forma ilegal, aunque también influya en cierto modo porque esos espectadores pueden comprar los pack de DVDs, camisetas u otro merchandising, además de ser receptores de publicidad encubierta, pero fundamentalmente lo que se valora para continuar la serie o no hacerlo es el porcentaje de personas entre 18 y 49 años que ven el episodio por televisión. Por alguna razón que se me escapa, esas personas han decidido no ver Dirk Gently’s Holistic Detective Agency.
Esto me fastidia infinitamente, porque esas mismas personas, en esa franja de edad, eligen ver año tras año, temporada tras temporada, decenas de series y programas que no aportan nada al panorama televisivo, decenas de productos vacíos que atontan el cerebro y no sirven más que para darnos luces y ruido de fondo mientras jugamos con el móvil. Quizás esa sea la clave, quizás ya no gustan las ficciones que demandan la atención del espectador, quizás la gente se está volviendo aún más estúpida.
La serie está basada en las novelas de Douglas Adams, autor de La Guía del autoestopista galáctico. La historia es tan disparatada como corresponde al autor y el resultado es tan brillante como es de esperar. Dirk Gently’s Holistic Detective Agency está protagonizada por Samuel Barnett y con Elijah Wood como su principal ayudante nos hace viajar a los rincones más absurdos de la aleatoriedad. Dirk es un detective que usa la fuerza del azar para resolver sus casos y así, va dirigiendo allá donde la vida le lleve con la convicción de que todo está conectado y que cada paso, aparentemente aleatorio, los acercará más a la resolución.
Cada temporada prometía un gran misterio, repleto de caminos inverosímiles; salvajes ayudantes y escenas de acción e intriga dirigiéndose a una resolución bien trabajada y coherente. La evolución de los personajes en estas dos temporadas ha sido sensacional y los hemos ido conociendo y comprendiendo, pese a que todos continúan repletos de misterios sobre sus orígenes y caracteres. Me hubiera gustado mucho saber más del pasado de Dirk y de Bart, y del futuro de ambos, pero también de Todd, Ken, Farah y Amanda, un grupo de personajes que tenían mucho más que contar de lo que la serie nos han ofrecido.
La primera temporada construye una de las mejores tramas de viajes en el tiempo que he visto en mi vida (y he leído mucho y he visto muchas películas y series), es espectacular lo formidablemente bien que atan cada detalle y como al último episodio, nos quedamos encantados cuando comprobamos como las piezas del puzzle encajan a la perfección. La segunda temporada no ha sido tan brutalmente buena como la primera, en parte porque ya conocíamos a los personajes y no contábamos con la sorpresa de entrar en ese universo holístico donde los personajes hacían las cosas porque sí y todo estaba repleto de sentido, pero pese a no alcanzar el nivel de la primera temporada, la segunda ha merecido la inclusión cada semana en nuestra sección Lo Mejor de la Semana, casi siempre en el primer puesto de alguno de los colaboradores. Es una lástima que no vuelva a estar incluida en nuestras listas.
Poco que añadir a lo dicho y aunque el posteo sea “viejo” en esta realidad de caducidad automática, yo terminé de ver la segunda temporada anoche 21 de diciembre de 2022, porque, entre otras cosas de los mediocres mercenarios de los números que llevan adelantes los medios, también fue mal vendida y la descubrí hace un par de semanas, de casualidad y harto de ver siempre lo mismo con distintos títulos.
Fue una serie magnífica y no es históricamente magnífica, por la mezquindad de contables robotizados y muertos de miedo por mantener su parcela, siempre en jaque.
Un pena muy grande que se nos haya negado la continuación de un producto artísticamente superior.