Teen Wolf: Adiós a Beacon Hills
En este 2017 ya me he despedido de unas cuantas series que muchos en algún momento habréis calificado como “favoritas”, tal vez ninguna de la envergadura como para considerarla uno de los mejores productos televisivos que hayáis visto, pero sí haberle tenido el cariño suficiente para que os duela su marcha. Teen Wolf es una de las series que más echaré de menos, y objetivamente no le llega a la suela del zapato a otras súper producciones o proyectos de renombre, pero ha logrado algo que a veces considero esencial en una serie: que me enganche su historia, que me entretenga y que consiga sorprenderme con el paso del tiempo. Hoy me he despedido de los habitantes de Beacon Hills, pero siempre los tendré en el recuerdo como una de las series que más he disfrutado.
Sinceramente, no recuerdo cuando empecé a ver la serie. Si no me equivoco, sus dos primeras temporadas habían sido emitidas, y estaba en parón de cara a la siguiente. Lo que sí que tengo claro es que sus dos primeras temporadas las vi rápidamente, porque me sorprendió muchísimo que una serie con la palabra “teen” encabezando su título lograra que no pudiera apartarme de la pantalla y captara mi atención de esa forma. Sus primeras temporadas nos presentaban a un joven californiano llamado Scott McCall, que una noche era mordido por una extraña criatura y pasaba a convertirse en un hombre lobo. Los inicios siempre son duros, pero Teen Wolf ya comenzó a sentar las bases de lo que acabaría siendo un recorrido con más luces que sombras. Tal vez fuera en el 1×07, Night School, donde todo cambió. Quizá el espectador se diera cuenta ahí de que esta serie de temática adolescente no era como el resto. Tenía clichés, claro, siempre los ha tenido, pero los abrazaba, los dominaba y me atrevería a decir que muchas veces era capaz de superarlos. Con una entrega inicial más que correcta, la segunda dio una vuelta de tuerca, comenzando un giro más oscuro y apostando por una tonalidad más gris que blanca, algo que le sentó de maravilla.
Esa segunda entrega nos dejó las evoluciones excelentes de Jackson y Allison, que dieron un paso adelante con respecto de sus compañeros adolescentes. Scott seguía creciendo, Stiles seguía como MVP de la serie y Lydia comenzaba a dar los primeros pasos para convertirse en la banshee que hemos visto en las últimas entregas. Todo ello acompañado de un villano, el kanima, que no era lo típico de estas ficciones, ya que se solía apostar por el eterno rival de los licántropos, los vampiros. Pero si algo tenía claro el creador de esta serie, Jeff Davis, era que no quería caer en lo típico, en ese aspecto por lo menos. Prometió que en su ficción no habría vampiros y ha cumplido con creces. 100 episodios después, la mitología de Teen Wolf no cuenta con estas criaturas entre sus filas. Y mira que hemos tenido bichos diferentes y variopintos: alfas, kanimas, darach, druidas, banshees, hellhounds, werecoyotes, un werelion (que encima era nazi), la Cacería Salvaje, la Bestia de Gevaudan, Dread Doctors, berserkers, kitsunes, nogitsune…
Y llegó el año de la consagración definitiva, el que yo llamo “la temporada del peinado favorable para Stiles y Scott”. Sinceramente, no sé si va ligado el subidón que pegó la ficción a esta curiosidad, pero la tercera entrega fue la mejor, y sigue siéndola para mí a día de hoy, justo cuando ambos protagonistas cambiaron su look para bien. Y fue el año de las divisiones de capítulos, tanda A y B. La A nos dejó dos frentes geniales, con el Nemeton de fondo, y la conversión de Scott a True Alpha, otro paso de gigante más. Ya fue una entrega oscura, pero la B superó todo lo visto hasta ese momento, y no ha habido año capaz de igualarla. Con un Dylan O’Brien inmenso en su papel de villano y la primera muerte importante y relevante de Teen Wolf, ya creo que los pocos escépticos que quedaban en la sala se dieron cuenta de que estaban ante algo más que destacable. Las comparaciones son odiosas, y la cuarta temporada no estuvo a la altura de su predecesora, pero tampoco fue mala, ya que la idea en líneas generales de esos episodios era buena, pero simplemente no podía igualar nunca lo visto capítulos atrás. La quinta fue otra temporada dividida, pero estupendamente construida y elaborada, con los Dread Doctors y Theo como conductores de la trama y que nos dejó a la mayoría un gran sabor de boca, sin tener un episodio impresionante que destacar, pero una evolución y un desarrollo de los acontecimientos muy bien dirigidos.
La última temporada ha tenido una mitad buena y otra no tan buena. La 6A fue una mejor entrega de lo que me hubiera imaginado, teniendo en cuenta que era la primera en la que Dylan O’Brien no iba a hacer acto de presencia en muchos de sus episodios. Pese a todo, supo construirse muy bien sobre la marcha de Stiles y conformó una primera tanda a la altura de otros años, con episodios muy emotivos y alguno destacadísimo como el 6×05, Radio Silence. No obstante, esta última mitad para mí ha pagado el precio de su marcha, ya que su ausencia se ha notado bastante. Nuevamente, como ya sucediera en su cuarta temporada, la idea era muy buena. Explotar la figura de Gerard como villano final, impulsado por el Anuk-ite, que a su vez era algo que la Cacería Salvaje había capturado y las acciones de la manada de Scott provocó que quedara suelto era lo suficientemente potente como para que les hubiera quedado un gran cierre. Pero se ha notado que han buscado dar un colofón final y han ido preparando el terreno poco a poco, para que estallara todo en la Series Finale, que además ha sido su episodio 100. El recorrido ha tenido episodios algo flojos, y quizá con alguno menos habría sido mejor el resultado, además de haber introducido un romance completamente innecesario, pero tras ver el 6×20, me quedo conforme.
Como cierre me parece el mejor que nos ha dado Teen Wolf. Deseaba que así fuera porque a esta serie le solía pasar como a Game of Thrones, que en episodios previos al desenlace daba su máximo nivel, y las conclusiones eran más un epílogo y casi preparando el terreno para lo próximo que un cierre de entrega típico. La Series Finale ha tenido momentazos de prácticamente todos los involucrados, ha recuperado personajes queridos por el público aunque siempre nos faltarán algunos (¿dónde estará Isaac?), y su resolución me ha dejado bastante satisfecho, aunque si la hubieran cerrado un poquito más, creo que me habría gustado más. Si tuviera que hacer de nuevo la clasificación de mejores episodios de la serie, este The Wolves of War entraría sin duda en el top 10, y en posiciones muy altas. ¿El mejor de todos? Quizá, pero esta serie nos ha dejado grandes capítulos a la altura de la Series Finale.
En líneas generales, para mí Teen Wolf ha cerrado su camino dignamente, y no tiene nada que envidiar a otros productos de temática similar con mayor presupuesto o con más pretensiones. Ha sido para mí una de las mejores series de género adolescente y sobrenatural que hemos tenido temporada tras temporada, y que con muy poco, ha conseguido mucho. Personajes bien elaborados y construidos con el paso del tiempo, villanos muy destacados y brillantes, y entregas de un nivel altísimo, algo difícil de mantener durante 100 episodios y que pocas lo consiguen. Echaré de menos a Scott, Stiles, Derek, Lydia, Allison, Malia, Argent, Peter y el resto de grandes personajes que nos ha dejado la ficción de Jeff Davis, al que le deseo lo mejor en los futuros proyectos en los que se embarque. Si no habéis visto Teen Wolf y os gusta el género, ¿a qué estáis esperando?