Qué raro es todo en Twin Peaks
Si la semana pasada las miradas las acaparaba Game of Thrones con su final de temporada, en la primera de septiembre todos los focos han estado puestos en el final (¿definitivo?) de Twin Peaks, una serie que regresó a nuestras pantallas el pasado mes de mayo y que ha sido una de las mayores atracciones de este verano de 2017, y no ha dejado a nadie indiferente. El problema (o quizá su virtud) está en que la disparidad de opiniones es casi tan grande como las cantidades de droga dura que se debe meter David Lynch entre pecho y espalda para parir semejante producto. Yo, tras ver ayer su final, sigo sin saber si me ha gustado o no.
Creo que todos aquellos que vimos en Twin Peaks en algún momento de nuestras vidas fuimos conscientes de que no se trataba de una serie cualquiera. Su emisión original se produjo a finales de los años 80 en Estados Unidos, con la premisa de la resolución del asesinato de la joven Laura Palmer en una pequeña localidad en el estado de Washington. Por aquel entonces, la audiencia americana estaba acostumbrada a series convencionales, sin muchas capas de contenido o que supusieran un esfuerzo extra para el espectador a la hora de analizar lo que estaba viendo. Eso quizá motivó la decisión de la cadena que la emitió, ABC, de forzar a Lynch para que revelara más pronto que tarde quién mató realmente a Laura Palmer. El problema es que David suele ir a su bola y aunque, efectivamente, nos dio la resolución del misterio, a él le importaba más bien poco ese hecho puntual, porque en su cabeza la cosa iba por otros derroteros, como nos mostró en los episodios finales de la segunda temporada, que se parecen bastante más a lo que hemos visto este año que a lo que se suponía que debía ser una serie de principios de los años 90. El creador ya no tenía la atadura de la identidad del asesino de la joven Palmer, y ya comenzó a tejer la red que 26 años después ha desarrollado, todavía más si cabe, durante la emisión de la serie este verano. Los responsables de la cadena le frenaron en seco, y Lynch lanzó la promesa de que nos volveríamos a ver un cuarto de siglo después.
Quizá alguien pensaba que el transcurso de la temporada iba a ser diferente. Quizá. Mis halagos a esos pobres ilusos que creían que con un David Lynch con el control total de lo que quería contar y una cadena (Showtime) dispuesta a pagarle el capricho al autor, la trama iba a transcurrir por derroteros “normales”. Yo tenía bastante claro que debía hacer, como decía un profesor mío, “un acto de fe” mientras durara esta temporada, porque me imaginaba que Lynch en cada episodio se habría fumado una cantidad ingente de sustancias psicotrópicas para escribir los guiones, y en la mayoría de episodios ha sido así. Y solo un loco pagaría el regreso a la televisión de un producto que ya era considerada una serie de culto, como se suele decir, pero también es verdad que, a día de hoy, pocas plataformas pueden permitirse el lujo de lanzar una nueva temporada de Twin Peaks. ¿Os imagináis que fuera ABC la que hubiera emitido esta entrega? Si ya es raro pensar que nació en esa cadena, imaginad el contexto actual de la misma, y que lanzaran el retorno de Cooper y compañía. Básicamente estarían ignorando las audiencias, eso que tanto valoran en Estados Unidos a la hora de tomar la decisión de si seguir o no con una serie. Os voy a dar una cifra para que podáis comparar el impacto que ha tenido este verano: el domingo 6 de agosto (por decir un día cualquiera), el episodio emitido de Game of Thrones (el 7×04) tuvo una audiencia de 10,16 millones de espectadores; el de Twin Peaks de 280.000. Una cifra que ha ido oscilando, pero que nunca ha sido mucho mayor.
Entrando en sí en la trama, sinceramente, no tengo muy claro qué hemos visto. Podríamos dividirlo en varias secciones: lo que viene siendo la trama principal, relacionada con Dale Cooper y el misterio que rodea Twin Peaks; y el resto de cosas sueltas que a David Lynch le ha dado la gana contar. Lo mejor de todo es que esas cosas sueltas, a veces estaban conectadas con la trama principal, a veces no, lo cual suponía que cuando ya entendías (o creías hacerlo) la conexión entre el punto A y el B, comprendías que servía de algo todo el tiempo dedicado a ello, pero la mayor parte de ocasiones eran simples escenas que bien servían para mostrarnos a los lugareños de Twin Peaks principalmente, o ni eso, personajes sueltos que están haciendo cosas alejadas completamente del relato primordial y que ocupan minutos de pantalla inútiles, que no aportan absolutamente nada. Todos los episodios de esta temporada han rondado la hora de duración, y en la mayor parte de ellos sobran escenas, porque al final, no han terminado aportando nada, o nos presentaban escenarios y situaciones que Lynch no ha resuelto, y creo que le importaba muy poco hacerlo. Aún a sabiendas de que esta tercera temporada de Twin Peaks tenía que tomármela como un acto de fe, no he podido evitar frustrarme en multitud de episodios en los que no pasaba nada, y mira que no me gusta esa expresión, pero es que la acción era nula, y al final pocos elementos mostrados han terminado convergiendo y siendo de utilidad en la conclusión de la temporada, sino de serie.
Porque esa es otra: ¿piensa David Lynch hacer una nueva entrega de Twin Peaks? Tras el final de la temporada, no puedo evitar preguntármelo, y ahora mismo, pienso que la intención es dejarlo tal y como está. Sabíamos a lo que nos ateníamos los seguidores de la serie, pero creo que muchos (por no decir la mayoría) agradeceríamos una nueva temporada, unos por unos motivos, otros por diferentes. El problema está en que si sigue la historia, me da la sensación de que tendría una estructura parecida, y la mayor parte de incógnitas no se resolverían, más bien lo contrario, abriría más interrogantes.
Twin Peaks, para bien o para mal, ha sido uno de los fenómenos televisivos de este año 2017, por no decir de los últimos tiempos, ya que si bien hemos visto series que han dejado huella en el espectador, creo que los fans de esta serie han agradecido nuevos episodios, porque el poso que nos deja no ha dejado indiferente a nadie. Como bien decía arriba, no tengo claro si me ha gustado o si no. Valoro lo que he visto, algo muy especial y que es historia de la televisión, con el regreso de personajes muy queridos, momentos de auténtico lujo además de situaciones disparatadas, las actuaciones musicales (a cada cual más especial) y, por supuesto, las escenas que todavía no tienen explicación y que para cada espectador significan una cosa diferente, quizá siendo ese el principal objetivo de David Lynch, que cada persona que vea la serie crea sobre ella una cosa o diga otra. Se hablará por mucho tiempo de esta temporada de Twin Peaks, estoy convencido de ello, pero no me preguntéis si me ha gustado, porque no sabría decíroslo.