Crítica: Baby Driver
Queda poco para el estreno en España de Baby Driver y nosotros ya hemos podido ver la nueva cinta de Edgar Wright, director de Shaun of the Dead y Scott Pilgrim contra el mundo entre otras. ¿Habrá cumplido las expectativas el regreso del director una vez finalizada la trilogía Cornetto?
Baby Driver nos presenta a un joven llamado Baby que por culpa de una deuda se ve obligado a ser el conductor en diversos atracos ideados por el misterioso Doc (Kevin Spacey). Baby cumple con su cometido, pero cuando su deuda es saldada y quiere salir del mundo criminal descubrirá que no es tan fácil dejar esa vida atrás, viéndose inmerso en una orgía de violencia, sacrificios y traiciones.
La película goza de un ritmo endiablado y consigue intercalar bastante bien las escenas más frenéticas con los momentos más pausados del film. En ningún momento Baby Driver se hace aburrida y consigue atrapar al espectador en los primeros minutos. La historia cumple en prácticamente todos sus puntos, desde el pasado que tiene detrás el protagonista hasta el contexto de cada secundario.
La trama no está exenta de clichés, sin embargo a pesar de ello la forma tan original en la que se desarrolla todo hace que cualquier topicazo caiga a un segundo plano. Si algo diferencia a Edgar Wright de otros es que puede coger cualquier género y llevarlo completamente a su terreno hasta hacerlo irreconocible, mezclando mucha violencia con alguna que otra dosis de humor.
Pero aún con todo esto, el verdadero alma de Baby Driver está en la música. Las canciones clásicas que han escogido y la manera en las que las usan para contar la historia es digna de ver, le da todo un estilo propio a la película y hace que esta se ponga muy por encima de la media dentro del cine de atracos/coches de la última década. Cada canción y cada escena tiene su significado y es, por encima de las persecuciones y la acción, donde está el corazón de esta producción. Las coreografías también ayudan a darle una mayor magnitud a todo esto, hace que cada pieza encaje perfectamente con lo que estamos viendo.
El reparto cumple con creces sobre todo el trío que forman Ansel Ergort, Kevin Spacey y John Hamm, pero por desgracia para mí Jaime Foxx resta más que suma, siendo un villano de tantos que hemos podido ver en diferentes obras y rompiendo en cierta manera el toque de la película.
No todo es luz y color, si algo se le puede echar en cara es que en su tramo final va perdiendo la originalidad hasta llegar a un clímax algo vacío y que parece más de otra película que de ésta.
Cinta de acción fresca y con sentido del humor que no sólo hará las delicias de quienes hayan seguido la obra de este cineasta, sino de cualquier fan del género. Una gran y original película de acción que destaca dentro de la avalancha de blockbusters que se nos vendrá encima este verano.