Master of None (2ª Temporada): L’amore con te
Si hace unos años me hubieran dicho que, de todos los protagonistas de Parks & Recreation, Aziz Ansari iba a ser el que tenía el proyecto más interesante, probablemente no lo hubiera creído. El personaje que interpretaba estaba muy alejado del interesante autor y director que nos ha descubierto Master of None. La primera temporada ya fue una grata sorpresa, pero esta segunda ha sido una delicia. Eso sí, recomiendo encarecidamente verla con un bol enorme de espagueti delante. Allora…
En esta segunda temporada también se compone de diez episodios, pero aunque sigue regalándonos geniales capítulos temáticos (si en la primera tanda de episodios teníamos el papel de los indios en la televisión o los padres, en esta nos habla de la religión o de las citas online), es la trama principal la que de verdad encandila. Y esa trama principal se llama Francesca. Encantadora e hipnótica, la relación (en el sentido más amplio de la palabra) entre ella y Dev es lo que vertebra la temporada, lo que nos hace desear saber cocinar pasta y bailar el twist con antiguas canciones italianas de fondo. Alessandra Mastronardi, no te conocíamos, pero ya te queremos.
Se agradece por tanto el desarrollo de los personajes, pero también que Anzari se atreva a experimentar y meter en la misma temporada homenajes al neorrealismo italiano, capítulos de historias entrelazadas en las que no conocemos a ninguno de los protagonistas o una película de amor de hora y media de duración.
Pero encima de todo esto, Master of None se disfruta porque las situaciones que presentan son muy identificables. El amor, la familia, la amistad… pero también cosas mucho más banales cómo qué significa que una chica te envía un emoji con un beso con corazón. Es inevitable que nos acordemos de uno de sus referentes más claros: Louie. Aunque aquí el protagonista sea un indio de metro sesenta y ocho. Situaciones surrealistas, un poco de cabronismo, historias tiernas y una declaración de amor a Nueva York en cada episodio.
Y decía que son identificables porque el propio Anzari ha reconocido que muchas de las cosas que pasan en la serie están basadas en su vida: él también estuvo viviendo dos meses en Módena aprendiendo a cocinar pasta, trabajando en los restaurantes que aperecen y con mucha de la gente que sale en el episodio. Incluso llegó a quedarse atrapado con el coche en una calle demasiado estrecha.
Esta segunda entrega de Master of None, que sabe a pesto y huele a vino tinto, entra como una buena cena cuando tienes el hambre justa, cuando comes con gusto y no te empachas, cuando te quedas con esa maravillosa modorra que te hace sonreír sin saber muy bien por qué. Igual que recomendaría un buen restaurante a un amigo, recomiendo esta temporada. Desde aquí solo me queda felicitar al chef.