The OA: Crónicas de un experimento fallido
Diciembre tradicionalmente suele ser un mes en el que la oferta televisiva es más bien escasa. Tal vez por eso ha destacado tanto el estreno de “The OA”, una apuesta arriesgada de Netflix que está dividiendo bastante a sus espectadores. Ante tal avalancha de críticas tanto positivas como negativas al final he optado por lo más sabio: verla por mí mismo.
La serie empieza con la reaparición de Prairie Johnson, una joven ciega que estuvo 7 años desaparecida y en su regreso ha recuperado la vista. Nada más llegar pide ayuda a 5 personas del pueblo para una misión relacionada con su desaparición, en la que es necesario que ellos sepan qué fue lo que la ocurrió durante todo ese tiempo.
Aunque en un principio parece que la trama principal va a ser el presente y su vuelta a casa, esto termina siendo totalmente secundario en pos de la narración de sus vivencias desde su más tierna infancia. “The OA” utiliza el recurso del cuentacuentos para narrar toda su trama, haciendo especial hincapié en el cautiverio de Prairie y sus compañeros. La decisión es buena al principio, pero termina cansando y en la parte final todo lo relacionado con el presente termina siendo una decepción apresurada (aunque puede que sea el pasto de una segunda temporada).
En sus primeros episodios, la serie se dedica a sembrar migas de pan y generar interés en su argumento, mostrando muchos misterios y sin apenas resolver ninguno. Tal vez esta sea la mejor parte de “The OA”, en la que logra ser interesante aunque a mi parecer, le falla el estilo agresivamente serio y visual que tiene. La atmósfera que envuelve a todo es demasiado sobria, in my opinion, y a lo mejor le habría sentado algo mejor un tono algo más light, sobre todo teniendo en cuenta el desarrollo de la misma. Sus episodios son interesantes, pero pesados.
La primera mitad pese a sus fallos se la podría considerar bastante buena, sin embargo es en la segunda donde la serie pierde totalmente el norte y cae en picado. A la hora de dar respuesta a las incógnitas que han ido metiendo, “The OA” muestra una insultante incapacidad de dar soluciones medianamente coherentes, llegando a caer en el ridículo en más de una ocasión. Intenta compensar con lo visual todo aquello que no consigue solucionar de forma argumental, dando una sensación de improvisación que la penaliza en exceso.
Muchas de las decisiones tomadas al final terminan siendo simplonas y bastante aleatorias, chocando mucho con el ya comentado tono de la serie. A medida que más piensas en ella, más absurdo te parece todo y la belleza no es excusa para perder la coherencia.
Otro punto negativo a mi parecer es el trato de los personajes. Los del presente terminan siendo casi desconocidos (solo tienen peso real en la serie en el primer y el último capítulo) con los que es imposible empatizar y los del pasado terminan bastante quemados. No obstante, esto no me molesta gracias Prairie, lo mejor de la serie gracias a la brillante interpretación de Brit Marling (que también es una de las creadoras de la ficción).
Visualmente logra ser una maravilla. Vale que su tono no me pegue, pero no puedo negar que cada escena tiene su razón de ser gracias a lo bien mostrada que está. Este apartado consigue darle a “The OA” una identidad propia que la hace desmarcarse de “Stranger Things” (posiblemente la serie con la que más se la compare, aunque veo más similitudes con “The Leftovers” que con el otro estreno de Netflix).
Al final “The OA” termina siendo un concepto más que una serie y a medida que su narración avanza la historia hace aguas por todos los lados. Buena idea, pero terrible ejecución. Tanto los que la aman como los que la odian creo que tienen razón, es una serie que entra tan bien por los ojos que si te deslumbra es difícil no adorarla; sin embargo, como esto no pase lo ridículo de algunas de sus explicaciones la termina matando.