Crítica: Inferno
Los libros de aventuras que combinan enigmas basados en el mundo del arte, con ciertas connotaciones religiosas y algún que otro templario han sido muy populares en los últimos años, puede que ahora mismo ya no existan tantos bestsellers con dicha temática, pero sólo hay que buscar en cualquier estantería para encontrar mil libros así. Dan Brown se ha hecho de oro explotando esta idea. En mi opinión sus libros rozan lo nefasto… pero aquí vamos a analizar la última peli, la cual… en mi opinión, es bastante mala también.
Como es de esperar, tenemos la gymkana con acertijos cutres que hace que Robert Langdon y su guapísima acompañante visiten los lugares más emblemáticos, de algunas ciudades europeas. Esto no está mal, salvo porque los recorridos por Florencia, Venecia, Estambul… están filmados de la forma más aburrida posible, no hay ningún plano secuencia largo que demuestre cierta genialidad y lo único que salva a la fotografía de no ser pésima, es que las ciudades son bonitas, porque lo son, pero las imágenes que vemos de ellas, son más propias de postales de tiendas de souvenirs que de buen cine. No hay nada impresionante o con estilo en la forma de filmar esta película, ninguna de las escenas de acción o persecución es memorable. Y para colmo, la banda sonora de Hans Zimmer pasa totalmente desapercibida.
La base de la película es resolver rompecabezas baratos, que en ningún momento sorprenden al espectador. Tampoco es sorprendente o interesante el continuo baile de lealtades de algunos personajes. Creo que Tom Hanks es demasiado buen actor para rebajarse a este Robert Langdon, pero tras el Código Da Vinci y Angeles y demonios, tampoco nos vamos a volver muy exigentes con él.
En Inferno tenemos una organización en la sombra súper poderosísima con un líder carismático que prefiere los cuchillos a las pistolas; millonarios filántropos y genocidas; buenos y malos efectivos de la OMS que parecen haber sido entrenados en la CIA; tres o cuatro genios especialistas en Dante y aficionados a la criptología… Y para hacerlo todo aún más inverosímil y ridículo, le pasamos a Robert Langdon el filtro de Jason Bourne y lo volvemos semi amnésico.
La idea es la misma que siempre: el inteligente Langdon con su joven y guapa acompañante, que da lo mismo que sea Audry Tatou o Felicity Jones (pero siempre es irremediablemente mucho más joven y estupenda) recorren preciosos rincones donde dan con las piezas necesarias para resolver el puzzle y salvar el día. Absolutamente nada nuevo.