Black Mirror – 3×03: Shut up and Dance
En este análisis de la esperada tercera temporada de “Black Mirror” llegamos a la historia más realista que nos presenta la antología en estos 6 nuevos episodios. Este capítulo en cuestión está dirigido por James Watkins (“La mujer de negro” y “Eden Lake” aka la peli del pene de Fassbender).
Alejados de la tecnología enfocada a la ciencia-ficción, en esta ocasión nos presentan un perfil mucho más cercano al que tuvo “The National Anthem” en su primera temporada. “Shut up and dance” nos habla sobre los peligros actuales de internet y la facilidad que tenemos para confiarle nuestros secretos a los ordenadores y dispositivos móviles, incluso los más oscuros.
La trama gira sobre Kenny, un joven trabajador de un restaurante de comida rápida que por culpa de un hackeo a su ordenador, es chantajeado con un vídeo bastante personal grabado desde su webcam. Esto le meterá de lleno en un círculo de extorsiones en el que cada personaje que se cruza en su camino tiene tanto que esconder como él y en el que todo el mundo es una marioneta de esa extraña figura que se comunica con ellos mediante mensajes de texto.
A medida que Kenny va cumpliendo órdenes, éstas se vuelven más peligrosas y más oscuras; lo que hace al espectador preguntarse durante todo el episodio si de verdad merece la pena seguir ese camino por mantener ocultos tus secretos.
Uno de los puntos que más me gustan de este 3×03 es el realismo de su trama. Aunque una de las señas de identidad de “Black Mirror” sea juzgar la evolución de la tecnología y el comportamiento del ser humano respecto a ella, aquí nos disparan directamente a la cabeza con una historia que está lejos de ser ciencia ficción (existen casos reales de ciber-extorsiones similares al mostrado en “Shut up and dance”), recordándonos que internet no es tan seguro como nosotros creemos.
El capítulo en sí tiene un ritmo bastante alto y me ha parecido de los pocos en esta temporada que no tienen ni un ápice de relleno. Los actores cumplen y pese a que su crudo final no es tan inesperado como aparenta, logra mantener la tensión durante los 50 minutos que dura.