Outcast: análisis sin spoilers de la primera temporada.
Outcast es una de las series que se ha estrenado este verano y, tras ver la primera temporada, creo que es una de las series más interesantes que hemos visto últimamente.
Uno de los primeros momentos de la serie es cuando vemos a un niño matar de un cabezazo a una cucaracha, para después comerse el cadáver aplastado y lamer los restos de la pared. El niño se llama Joshua y previsiblemente está poseído por algún ente maligno. Si la serie comienza siendo efectista, lo hace para que entendamos de qué va la historia: hay cosas desagradables, hay cosas muy desagradables que les pasan a niños y si eres extremadamente sensible, Outcast no es para ti.
Robert Kirkman, conocido por ser el autor de The Walking Dead, es también el padre de Outcast. Una serie que se desarrolla en un pueblo de mala muerte, perdido en algún rincón de Virginia Occidental, donde, no sabemos porqué razón, los demonios o el demonio o lo que sea, están haciendo acto de presencia.
El protagonista de la serie es Kyle Barnes, un buen tipo con un carácter visceral que a veces tiene estallidos de violencia. Kyle es un hombre muy simple, que se debe a su esposa, su hija y su hermana. Sin ambiciones profesionales ni personales, destaca por su sencillez y por su forma realista de ver el mundo y su manera pragmática de asumir como real algo que en su fuero interno ha sospechado toda la vida.
Es también un personaje importante la hermana de Kyle, Megan, una maestra de un pueblo pequeño, casada con el ayudante del sheriff y madre de una hija… también extremadamente simple, al menos en la superficie.
Mi personaje favorito es el reverendo, creo que a pesar de su edad y de la frustración de descubrir que toda su lucha contra Satán ha sido una farsa. Es un personaje repleto de carisma, fuerza, y una incontenible pasión por luchar por aquello en lo que realmente cree. Me gusta que sea firme en sus convicciones, es un hombre de Dios que tiene los pies en el suelo. También son importantes el sheriff, el jefe de bomberos, un tipo nuevo que se muda a la ciudad, un skater pelirrojo insoportable y demás vecinos de la pequeña población.
La serie está muy bien realizada, con una fotografía más que correcta y una dirección excelente en la mayoría de los episodios. Visualmente es una serie muy gris, muy triste, muy monótona y ese aspecto visual enfatiza la atmósfera sombría que impera en Rome.
No hay trama procedimental propiamente dicha, pero cada episodio se enfrenta a un aspecto concreto y la mayoría no terminan con cliffhangers importantes. La trama está relacionada directamente con las posesiones demoníacas, los exorcismos, la eterna lucha de la luz contra la oscuridad. Pero podría verse no sólo como una serie al uso de terror y posesiones demoníacas, sino también como un tenso drama psicológico que reflexiona sobre el trauma infantil (niñas que han sufrido abusos sexuales o niños y niñas con progenitores que les propinan palizas o incluso intentos de asesinato); la obsesión malentendida por hacer el bien de un pastor, un sherrif, un marido o un padre que terminan rompiendo las reglas y justificando los medios para lograr el fin del bien mayor. También invita a reflexionar el juicio moral tan severo que puede hacer un pueblo pequeño como Rome, que al más mínimo error o salida de tono expulsa del pedestal a las personas que forman los pilares más sólidos de sus pequeña población.
En mi opinión es una serie altamente recomendable, con muchísima calidad técnica, buenas interpretaciones y una trama más que interesante. No diría que es le mejor estreno del año, pero sin duda es una de las mejores sorpresas que nos ha traído el verano de 2016 y nos recuerda, que pese a la finalización de Banshee, la plataforma Cinemax sigue siendo un canal a tener en cuenta.