Lights Out (Nunca apagues la luz) crítica sin spoiler.
Una mujer apaga la luz e intuye entre las sombras una figura, una silueta de una criatura peligrosa. Enciende el interruptor y aquello que vio ha desaparecido. Vuelve a apagar y lo vuelve a ver, de nuevo enciende la luz y otra vez desaparece. Es el miedo a la oscuridad, el mismo miedo que nos hace creer ver a un ladrón, un asesino o un fantasma en cada mancha en la pared o doblez de las cortinas.
Además del miedo atávico a la oscuridad, la cinta se refuerza con otros terrores reales que sufrimos en nuestra vida cotidiana: miedo a no dar la talla como madre, hermana o hijo; miedo a estar o a volverse loco; miedo a no ser capaces de proteger a nuestros seres queridos o incluso a ser responsables de su dolor. Y otros tantos horrores que se meten en nuestra cabeza durante la noche y nos impiden pegar ojo.
Pero fundamentalmente, la idea se centra en el miedo a la oscuridad y en 2013 el director sueco David F. Sandberg hizo un corto sobre esta premisa, un corto que se convirtió en viral, que nos dio a todos muchísimo miedo y que llegó a las manos de James Wan (The Conjuring, Insidious), que decidió alargar el corto y convertirlo en una película más que decente dirigida por el propio autor del corto.
La historia sigue a una familia, que es más o menos acechada por un ente maligno que sólo es visible cuando las luces están apagadas y que desaparece completamente en cuanto se enciende el interruptor de la luz. Hay más juegos de cámaras, luces y sombras que efectos visuales, prácticamente no hay CGI, lo cual me parece algo digno de agradecimiento. Tampoco sigue la moda del metraje encontrado… que personalmente dejó de gustarme tras la tercera de Paranormal Activity.
Lights Out (Nunca apagues la luz) no es una película que destaque por su brillantez, pero tampoco hace nada mal y justo por eso hay que ir al cine a verla. Estoy harta de películas que se esfuerzan tanto en sorprender al espectador que terminan no sorprendiéndolo en absoluto, porque ya el público se termina esperando cualquier cosa, por muy impensable que sea. Me cansan esos mil giros de guión cada cual más rebuscado, que terminan estrellándose en un pozo de ridiculez y patetismo. Estoy cansada de películas que apuestan por la épica y la espectacularidad y terminan siendo un total despropósito. Lights Out (Nunca apagues la luz) no es así, si algo destaca en esta película es su sencillez y su corrección. La película es extremadamente breve, no llega ni a noventa minutos de metraje. Los personajes principales también son sencillos, prácticamente responden al rol de adolescente descarriada, niñito bueno e indefenso y madre viuda que no medica la depresión que sufre. Todo muy fácil, nada de preciosismos o de guionistas que quieren crearle un fondo brutal a unos personajes que apenas tienen peso en su propia película.
Nunca apagues la luz es absolutamente correcta, está bien ejecutada, las interpretaciones son buenas y la trama verosímil. No innova en el género del terror, no ofrece nada que no hayamos visto mil millones de veces, no es especial en ningún sentido… pero tampoco mete la pata estrepitosamente con giros de guión absurdos como hemos visto tantísimas veces en el género de terror. La historia es aceptablemente buena y está llevada con sentido y coherencia.
Al igual que no es especialmente destacable en ninguno de sus aspectos positivos, tampoco lo hace negativamente. No tiene incoherencias importantes, no es inverosímil, los personajes actúan de formas que resultan creíbles al público, el desenlace es más que correcto y aceptablemente creíble. Destaca por su simplicidad lo cual en este caso es una virtud.