Stranger Things: Viaje en el baúl de los 80
El 15 de Julio estaba marcado en rojo en los calendarios de todos los seriéfilos que se precien. “Stranger Things” desde el primer trailer ha estado perfilada como la sucesora de “Mr. Robot” como estreno del verano. Por fin hemos podido hincarle el diente al nuevo drama de Netflix (segundo en este 2016 tras la francesa “Marseille”) y las sensaciones no han podido ser mejores. Tras el salto tenéis el análisis de la temporada completa sin spoilers.
Si hay una cualidad que destaque en el conjunto de “Stranger Things” es la nostalgia, estamos en un popurrí de clásicos paranormales de la década de los 80’. Quitando las referencias obvias a obras como “Star Wars”, “El señor de los anillos” o “Evil Dead”, hay que decir que tanto argumentalmente como por estética bebe mucho de obras como “Los Goonies”, “Polstergate” o la bibliografía de Stephen King de aquella década. Nos encontramos con una serie capaz de juntar lo mejor del Spielberg de esos años con el tono oscuro del escritor de Maine.
El punto de partida es la desaparición de un niño en un pueblo de Indiana tras un extraño accidente en un laboratorio cercano. En ese momento la trama se embarca en la búsqueda del pequeño Will Byers tanto por parte de familia, policía y amigos, todo ello sumándole una extraña niña que aparece en el pueblo y que aparenta tener una relación cercana al incidente. Juntando todos estos materiales, “Stranger Things” logra montar una temporada rápida y adictiva, con un formato mucho más cercano al de una película de 7 horas de duración que al de una temporada televisiva.
Sin ninguna duda es una serie al que el estilo de programación de Netflix le viene de maravilla, ya que consiguen crear más una experiencia que un producto típico de televisión. Porque “Stranger Things” es un baúl de los recuerdos ochenteros en mucho más que a lo que la ambientación y las referencias se refiere, tanto el estilo de fotografía, la BSO o el color es una herencia directa del cine de género de esa década.
Hablando ya de interpretaciones, la verdad es que no hay ninguna que me parezca la pena resaltar, el labor conjunto de todo el equipo es tan bueno que no hay lugar a que nadie destaque por encima del resto. Aunque ya dentro de los personajes, la misteriosa Eleven sí que logra ser el centro de atención de la serie, ayudada por el mero hecho de que la evolución del resto (los cuales cumplen a la perfección los esteriotipos clásicos de su género) es bastante escasa y en algunos momentos extraña.
Argumentalmente “Stranger Things” no flojea en ningún momento, es más, quitando en sus episodios 3 y 4 podríamos decir que carece de relleno y la evolución de cada arco argumental es lógica y coherente (a pesar del género de ciencia-ficción paranormal al que pertenece la serie). Si a esto le sumamos un ritmo elevado y unas tramas interesantes tenemos un producto perfecto para ver en maratón. La temporada posee una capacidad innata de mantener al espectador absorto durante 3 horas sin que este sea consciente del tiempo transcurrido.
Para cerrar quiero entrar en el debate que seguramente se iniciará a medida que más personas la vayan acabando ¿Es necesaria una segunda temporada? En mi opinión no, la serie funciona perfectamente como una ficción de una sola temporada, de hecho, en caso de haberla, prácticamente la consideraría una segunda parte al más puro estilo del cine.
“Stranger Things” ha cumplido con creces lo que prometía y esperábamos, siendo con casi toda seguridad el estreno más relevante, al menos del verano. Una serie obligatoria para todos los amantes del cine de los 80’ y de lo paranormal.