Ya está, ya se ha acabado. Una de las mejores comedias de los últimos años llegó ayer a su fin tras siete temporadas llenas de risas, personajes entrañables y muchas, muchas emociones. Se nos va Parks, y todos nos quedamos un poco huérfanos. Si tu sueño es dedicar un día al año a Treat-Yo-Self, compartir un vaso de whisky con Ron Swanson, o plasmar tu amistad con Leslie Knope con un buen libro de recortes, este es tu post, a ver si entre todos logramos superar la pérdida según estas fases.

• Negación.

No puede ser que se haya acabado. No puede ser que esta serie que empezó con la idea de ser un spin-off de The Office y que no hizo más que crecer y crecer haya terminado, y que todavía haya tanta gente que no la conozca. Tanta gente que no sabe que aquella mujer que prometió a una enfermera que iba a construir un parque se ha convertido en uno de los mejores personajes de comedia femeninos que hayamos podido ver. Que aquel chico con las piernas escayoladas ahora sea una estrella de cine. Que existe una serie que nos ha dado personajes y momentos míticos, frases para el recuerdo, que se ha abierto un hueco en nuestro corazoncito a base de alegrías. Porque Parks era nuestro Happy Place, ese lugar donde sabías que las lágrimas eran siempre de alegría.

• Ira.

Y además va a acabar tras ser ninguneada casi sistemáticamente en todas las entregas de premios. Porque tú sabías, mientras acariciabas tu peluche de Lil’ Sebastian, que cualquiera de los grandes actores del elenco se merecía más ese premio que Sheldon. Actores que han acabado de consagrarse en comedia, como Nick Offerman o Adam Scott, otros que ahora triunfan en el cine, como Chris Pratt y Aubrey Plaza, viejas glorias que encuentran su vis cómica, como Rob Lowe, y una lista de cameos (y papeles pequeños) interminable: Paul Rudd, Andy Samberg, Lucy Lawless, Louis C.K., Justin Theroux, Kristen Bell, Jason Schwartzman, Tatiana Maslany… Todos ellos capitaneados por la incombustible Amy Poehler, que llegó desde Saturday Night Live para regalarnos a Leslie Knope, esa mujer que si se presentara a presidenta del mundo, tendría nuestro voto.

• Negociación.

Después de años y años de estar al borde de la cancelación, ¿qué les costará a los de la NBC darnos otra temporada más? Más oportunidades de seguir explotando la vena friki de Ben, de ver a Leslie llamando beautiful tropical fish a Ann, de darnos cuenta de todo lo que ha evolucionado April… Nosotros prometemos ser buenos, insultar a los de Eagleton, no fiarnos de esos enviados de Satán que son los bibliotecarios y no perdernos The Johnny Karate Super Awesome Musical Explosion Show. ¿Cuela?

• Depresión.

Después de despedirnos de tantas comedias veteranas, le ha toca el turno a Parks. Y ya no podremos escuchar la musiquilla de la intro, ni disfrutar de las reuniones de ciudadanos de los consejos municipales, ni ver las noticias con Joan Calamezzo y Perd Hapley, ni cenar en Tommy’s Bistro mientras Duke Silver suena de fondo… Lo siento, no puedo más. Voy a JJ’s Dinner a hincharme a gofres, porque cualquier persona que coma cualquier cosa que no sea comida de desayuno es idiota.

• Aceptación.

Está bien. Perdemos una de las mejores comedias que nos ha dado la tele, pero ganamos recuerdos que no se irán. Ganamos historias de amistad, de luchar por lo que creemos porque el universo tendrá una manera de recompensarnos, de que el amor puede aparecer cuando menos te lo esperas. Ganamos la garantía de que cada vez que recordemos aquella serie de los parques, sonreiremos. Porque we love them, and we like them. Porque ellos son, literally, más grandes que 5000 candles in the wind. Gracias por todo, Parks.