Crítica: Wonder Woman 1984
El año, en general, no ha sido bueno para nadie. Hay excepciones, pero lo más normal es que la gran parte de compañías cinematográficas hayan salido malparadas debido a los cambios de estrategia que han tenido que realizar sobre la marcha, a medida que la pandemia se expandía, y ponía en jaque la salud de millones de personas. Una de las perjudicadas ha sido Warner Bros, que tenía previsto lanzar este mes de diciembre la nueva versión de Dune, la adaptación a la gran pantalla (dirigida por Denis Villeneuve) del clásico de ciencia ficción, pero que la terminó aplazando, como el caso que nos atañe. Wonder Woman 1984 sufrió varios cambios de fecha, el principal y más llamativo hace mucho más de un año, cuando no había COVID, y porque Warner decidió que su fecha de lanzamiento original, en diciembre de 2019, no era conveniente, dado que Disney iba a estrenar el Episodio IX de Star Wars. Eso conllevó que se aplazara al 2020, y ya sabéis cómo ha ido todo. No obstante, tras varios movimientos en el calendario, se decidió apostar por un lanzamiento global en estas fechas navideñas, unido a uno simultáneo en la plataforma streaming de HBO (cuya propietaria es Warner) de la cinta, solamente en Estados Unidos. El tiempo dirá si la decisión de estrenarla en plena pandemia le da beneficios a la compañía, pero vamos a centrarnos ya en la secuela de Wonder Woman.
El título me recuerda a los que suelen usar en The Mandalorian: dan lo que prometen. Por si había alguien despistado, nos vamos a los años ochenta, una década a la que se suele mirar frecuentemente para aportar ese toque de nostalgia que a muchos tanto gusta. La prueba la tenemos en productos recientes como Stranger Things o Cobra Kai, que aún situándose esta última en la actualidad, bebe muchísimo de la esencia de la saga clásica de esa época, Karate Kid.
En esta ocasión, Gal Gadot vuelve a vestirse de la amazona más famosa, y es dirigida de nuevo por Patty Jenkins, para contarnos una nueva historia de Diana, unos setenta años después de la cinta original, con nuestra protagonista viviendo en Washington DC y haciendo sus pinitos como justiciera local. Todo eso cambiará cuando entra en contacto con un artefacto que pondrá patas arriba su vida… y la de millones de personas.
Si analizamos los lanzamientos hasta la fecha de DC en la gran pantalla, puede que el primer largometraje de Wonder Woman fuera la más digna de sus producciones, con sus fallos, sí, pero lo más rescatable de un estudio que ha ido dando palos de ciego mientras veía como Marvel Studios reventaba el mercado audiovisual. En un intento a caballo entre encontrar su propio camino y intentar emular lo que hacía la competencia, nos ha ido dejando muchos productos olvidables, con alguna excepción, pero que en líneas generales no han dado con la tecla. Por eso, las expectativas estaban altas con la nueva entrega de Diana Prince, y creo que cumple con lo esperado.
No sé si calificarla como la mejor cinta de DC es un equívoco, pero sí que es una más que digna sucesora de lo visto en 2017, y una gran muestra de que la marca debe cuidar a Wonder Woman, por encima de todos los planes de futuro que puedan tener. Con Superman se les ha escapado una gran oportunidad de explotar todo un icono de la cultura pop, pero si no saben qué hacer con el Hombre de Acero, la Mujer Maravilla puede ocupar su lugar como el símbolo del DC cinematográfico a la perfección.
La cinta no está libre de pecados. Si te paras a pensar lo que se cuenta en esencia en esta película, su duración resulta algo excesiva. Al igual que lo que dijo mi compañero Iván en la crítica sobre su predecesora, aquí se repite la misma historia: buen ritmo al inicio y al final, pero un tramo intermedio más extenso de lo que debería, a pesar de que se hace más amena con respecto a lo visto hace tres años, ayudada sobre todo en la espectacularidad que refleja en pantalla, que facilita el visionado de la misma. Además, mejora con respecto a la anterior la cuestión de los secundarios, dado que aquí tenemos dos figuras como Patty Jenkins y Pedro Pascal, que encarnan, respectivamente, a Barbara Minerva y a Maxwell Lord, sobre los que recae buena parte de la trama, y son lo que provoca que la misma avance, a través de las acciones y decisiones que ambos van tomando durante el metraje.
Como disfrute palomitero, Wonder Woman 1984 cumple con creces, y los fans de la amazona creo que van a quedar satisfechos con el resultado. Pese a repetir algunos errores del pasado, mejora otros y logra un equilibrio bastante acertado, posicionándose como una de las mejores cintas de DC en cines. Apta para toda la familia, pasaréis un buen rato con la nueva historia de Diana Prince.
PD: hay una escena post créditos, así que aguantad en vuestros asientos.