Iron Fist (2ª temporada): Cuando el caos salva a una serie
Para empezar este artículo de opinión os voy a poner en situación. La semana pasada algún directivo de Netflix en su infinita sabiduría consideró una idea magnífica eso de estrenar el mismo día las nuevas temporadas de Iron Fist y Las chicas del cable. Aquí un servidor sigue ambas series por lo que sin comerlo ni beberlo me encontré de la noche a la mañana con la friolera de 20 episodios de 2 series que sinceramente no me habían impresionado demasiado en el pasado; así que aunque sea masoquista tengo límites, por lo que decidí dar carpetazo a una de ellas, metiendo en la nevera esa ficción de Bambú con 6 guionistas en un episodio pero nadie al volante y dándole una segunda oportunidad al héroe de Marvel ¿Hice bien? Aviso de antemano que en esta ocasión hay spoilers de algún punto que considero clave para entender el desarrollo de la propia temporada.
En su debut Iron Fist nos dejó una serie entretenida pero muy por debajo del nivel que había mostrado Marvel-Netflix hasta la fecha, que remontaba un poco la primera temporada de Luke Cage pero no lo suficiente para ganarse el respeto del espectador. Esta segunda temporada llega con un panorama muy distinto dentro de la propia asociación entre las compañías, ya que desde la segunda entrega de Daredevil solamente The Punisher ha estado a la altura de lo visto en años pasados.
De partida no la exigía mucho, simplemente ser entretenida y con unos combate la mitad de currados que los que me marca Into The Badlands con seguramente la mitad del presupuesto; y para mi sorpresa, Iron Fist arranca con unos capítulos que arrastran uno de los peores fallos de Luke Cage (la otra ficción de cola de Marvel-Netflix): querer ser lenta y profunda cuando por limitaciones de guión y personajes no puedes permitírtelo. Yo ya me temía unos 10 episodios de pesadilla y una temporada a la que despellejar sin piedad en estas líneas, pero entonces aparece el personaje Mary Walker y cambia la serie.
Para poneros en situación, Walker es una ex-soldado contratada inicialmente para seguir y capturar a Danny, pero que padece un trastorno de personalidad disociativo (si alguien no lo pilla con el nombre que se vea la película Múltiple, que es muy buena y yo no soy médico), teniendo la implacable Walker por un lado y la cándida Mary por otro. ¿Por qué considero la clave a este personaje? Pues simplemente por el mero hecho de que en el momento que toma peso en la trama sumerge a la temporada en el caos absoluto y es ahí cuando remonta la serie.
¿Pero si es un detalle pequeño que en muchas ocasiones ni siquiera aparece? Diréis algunos, pero no lo es: la sola presencia de ella en una escena hace que esta sea totalmente impredecible y llena la serie con una tensión que la sienta de maravilla cuando es tan limitada en otros aspectos. Hasta ideas de torero retirado como la de quitarle los poderes al héroe (que taaaaaan bien han funcionado en otras ocasiones, nótese la ironía) parecen incluso bien ejecutadas, porque has perdido uno de los focos de acción en una serie que va precisamente de eso, pero has ganado una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento.
Hablemos de esto último, de privar a Danny de sus poderes de Iron Fist. Honestamente y rompiendo una lanza en favor de la serie, me ha parecido tremendamente bien llevado. Es toda una sorpresa que los mismos guionistas de la vergonzosa Inhumans hayan sido capaces de coger el equivalente dentro del género de superhéroes a los viajes en el tiempo de cualquier serie Sci-fi y hayan salvado tan bien la papeleta. Han reflejado muy bien cómo consumía ese poder a Danny y el cómo afecta a su alrededor el haberlo perdido. Esto era algo que no me lo esperaba bajo ningún concepto.
Iron Fist sigue sin estar cerca de las primeras series que nos dejó Netflix dentro de este universo compartido, sinceramente volver a ese nivel ya es algo que considero improbable salvo honrosas excepciones, pero a diferencia de Luke Cage parece que Iron Fist sí que tiene claro cuál es su objetivo: ser una ficción entretenida sin ninguna ambición más, que puede ser un camino no muy glamuroso, pero es uno muy digno y que la da una razón de ser.