Braindead: análisis de la mejor serie del verano.
Michelle King y Robert King (The Good Wife) son los jefes pensantes tras la magnífica serie que la cadena CBS ha emitido durante el verano del 2016 y que ruego a todos los dioses nuevos y antiguos, volvamos a ver el año que viene. Si bien, hasta el momento, no sólo no se ha confirmado la renovación por una segunda temporada, sino que ésta, muy probablemente no llegue a hacerse, debido a unas cifras de audiencia que no son suficientemente buenas para los estándares de la CBS.
Mary Elizabeth Winstead (10 Cloverfield Lane) interpreta a Laurel Healey, una mujer que intenta ser una cineasta sincera y comprometida… pero que a causa de la inseguridad económica termina en la capital de Estados Unidos trabajando para su hermano, un senador demócrata interpretado por Danny Pino (Law & Order: SVU). Laurel lleva poco tiempo en Washington DC cuando comienza a notar una relación al respecto del extraño comportamiento de algunas personas en el Capitolio, un meteorito que cayó en Rusia y la canción You Might Think de The Cars.
Diría que el género de Braindead es thiller de terror cómico con crítica social… o algo así. Hay elementos sobrenaturales propios del género de terror; toda la temporada se centra en descubrir el conflicto y resolver el enigma mientras mantienen al espectador a la expectativa de las consecuencias que sufrirán los personajes, al igual que cualquier thiller. Y sin duda es también una comedia, pues hay múltiples situaciones que rozan o traspasan el ridículo. Aunque supongo que Braindead es, sobre todo, una sátira sobre el gobierno de EEUU.
A pesar de no ser una experta conocedora de la política americana la serie me resulta enormemente interesante. Es cierto que al igual que con The West wing o The Newsroom, la política norteamericana es el eje central de la serie, pero en absoluto es necesario poseer un máster en Tea Party para entender la trama.
Casi siempre es una serie muy explicativa y pedagógica, en parte gracias a esos previusly en los que esclarecen de un modo sumamente divertido y original todo lo que tienes que saber para entender la serie. Digamos que cada previusly es algo así como un “si eres tonto y no te estás enterando, esto es lo que está pasando” y además son cantados. No hablaré más de esos previusly, pero sólo por esos segundos al inicio de cada episodio merece la pena ver la serie.
Las lecturas políticas son extrapolables a nuestra cultura, a cualquier cultura en realidad, pero unos conocimientos básicos sobre lo que está ocurriendo en los últimos años en Norteamérica añade un plus, que hace que el disfrute de la serie sea mayor.
El tipo de humor es tan inteligente, que no lo califico de humor negro ni nada similar, es un concepto de humor muy novedoso, que toca la dramedia y juega con el humor negro, pero que en ningún momento deja de ser irremediablemente serio, porque en Braindead se ríen de cosas muy serias. Podemos reírnos de las torturas y su inclusión forzada en el sistema legal, podemos reírnos del racismo, de la guerra o de la brutalidad policial. La serie trata temas de una relevancia gigantesca, pero lo hace como si fuera una broma… y precisamente por eso el espectador termina tomándoselo aún más en serio. Cada episodio es una sátira continua y una más que ingeniosa crítica a los estamentos de poder. De hecho, gran parte de la serie se fundamenta en que los poderosos y concretamente los políticos, sólo tienen la mitad de sus cerebros … lo cual bien podría ser cierto, viendo el panorama actual de muchos países.
Otro punto fuerte de la serie es el carisma brutal de sus personajes: la chica bienintencionada que hace documentales sobre cantos religiosos de minorías étnicas; el político agresivo que le pone los cuernos a su mujer embarazada; el joven conservador que quiere medrar en la política, pero no por conservador y tradicional deja de ser joven; el inadaptado amante de las teorías de la conspiración… que esta vez resulta estar en lo cierto. Y una lista de secundarios maravillosa.
Personalmente, me ha parecido una serie impecable, que combina de manera magistral el thiller con la comedia. Es una serie divertidísima, que juega a hacer un crossover entre los ladrones de cuerpos y el ala oeste de la casa blanca y que podría terminar tal como termina la primera temporada (porque no hay cliffhanger) y convertirse en una de esas joyitas de pocos episodios que terminamos convirtiendo en series de culto. Pero por mi parte, si la renuevan, mejor que mejor.